Etapa 22 del Camino Francés – Triacastela – Sarria.

Domingo día 11 .

 

Arriba perezosos que hay que desayunar pronto y empezar la etapa de hoy que además es larga y llevará su tiempo andarla, 24,7 km.
Salimos con el autobús que nos dejará en el punto donde lo dejamos ayer en Triacastela. Por cierto, no se si os había dicho que no para de llover, a si que otro día cantando bajo la lluvia, perdón, caminando bajo la lluvia, quise decir.

Segunda etapa.

Desde Triacastela y hoy con paso intermedio por Samos y hasta Sarria. Esta etapa de hoy está llena de emociones, de lugares increíbles y Galicia nos pone en escena ese tesoro natural del que dispone así sin más, sólo por ser ella, ese paisaje con ese color que la colorimetría, esa ciencia que mide el color a través de nuestros ojos, no le ha puesto nombre todavía porque es tal la variedad, que se antoja imposible darle uno solo. Yo le llamo “Color Galicia”.

  

Pasamos por San Cristovo do Real. Esta ruta está bañada por el río Sarria que le cruzamos por dos bonitos puentes y que nos lleva a hacer el camino entre castaños hasta aldeas como Renche, Lastres y otras con pronunciadas bajadas y subidas que se hacen un poco más complicadas de lo habitual por el empeño de la lluvia de separase de nosotros ¡en fin! 

 

Y así hasta llegar a Samos, donde es visita obligada su precioso Monasterio. Abadía Benedictina habitada aún por monjes. Fue fundada por San Martiño de Dumio en el siglo VI y sirvió de refugio a Alfonso II antes de coronarle rey de Galicia. Su fachada barroca recuerda a la escalinata de la fachada del Obradoiro de Santiago de Compostela. Hay que parar aquí y visitarlo, merece la pena optar por esta ruta cuando se hace el Camino.

Y llegados aquí nos queda la segunda parte de la etapa hasta Sarria. Seguimos y pasamos por Pascais, Gorolfe y Sivil entre otras aldeas por un bonito camino más llano y fácil de hacer, las vistas son divinas una vez más. Llegamos a Aguiada y a unos 4 kilómetros más o menos divisaremos Sarria.

Este día la entrada a Sarria recuerda un poco la entrada a Santiago en la última etapa, porque es tal la cantidad de peregrinos que coincidimos al llegar que ya no solo reluce el “Color Galicia” además se ve también el color del paisanaje tan colorido por nuestras vestimentas, por el color de la piel, de las nacionalidades, de las distintas lenguas. 

 

 Es el color de la universalidad del Camino y que por curioso que parezca, a pesar de tanta variedad todos tenemos la misma sonrisa, la misma cercanía, el mismo fin, todos a una.

 El Camino es así de caprichoso y así de acogedor.

Texto: Delia  Álvarez Marinelli.
Fotografías: Ino Marco, Marisol Cadenas, Juanjo Robles y Jomardi.