sábado, 16 de junio de 2012

Centro de día San Andrés del Rabanedo. Septima etapa del Camino de Santiago.

Centro de Día S. Andrés del Rabanedo. Camino Francés: O Cebreiro- Triacastela.


MIRADA COMPARTIDA

Nuestra séptima etapa tuvo lugar el pasado 2 de Junio. La etapa presenta un 95% de probabilidades de agua y un nuevo madrugón. El trayecto nos llevo de O Cebreiro a Triacastela, pasamos por Liñares, Alto de San Roque, Hospital da Condesa, Padarnelo, Alto Poio, Fonfría, Viduedo, Filoval, As pasantes hasta llegar a nuestro destino. En esta ocasión nos acercamos hasta Samos para conocer su monasterio.



Sigo redescubriendo paisajes, sensaciones, colores, olores nuevos. Sin embargo, no tengo palabras para describir las emociones vividas con este grupo tan “variopinto”; Os he ido relatando como se adaptan ante las adversidades, como intentan convivir entre ellos, compartir pensamientos y sentimientos, como disfrutan de esta  iniciativa. Pero de esta etapa voy a intentar mostrar algo más importante: “la exquisita sensibilidad de esta generación”.


La gente que me rodea piensa que llevar a cabo este peregrinaje con mis abuelos es algo especialmente altruista por mi parte, y lo que voy a intentar trasmitir en esta ocasión es el “aprendizaje” que yo recibo de cada uno de ellos. Todos puntualmente en nuestras reuniones para preparar y evaluar las etapas realizadas me contagian su energía que es inconmensurable. Hablo con ellos y miro sus ojos, la expresión de sus caras, escucho sus relatos, la complicidad de la aventura y pienso que soy una persona muy afortunada. A pesar de su edad están ávidos por  experimentar y vivir.

Todo esto me hace reflexionar y me provoca un profundo respeto hacia las personas de otras generaciones que han participado en construir la sociedad que mi generación ha heredado y me siento orgullosa de todos ellos como seres individuales y como grupo.

De la historia  de cada uno de mis peregrinos  y digo “mis” con todo el cariño del mundo porque forman parte de mi vida, pues de cada uno de ellos podría estar escribiendo hasta elaborar un nuevo libro sobre el camino, es tal la riqueza… pero hoy  dejo paso a Isabel.  Ella como la mayoría de peregrinos del grupo es especial y cada mes entrega su relato sobre la etapa, cada relato es sorprendente y nos encanta, pero el de esta ocasión es impactante y tengo que reconocer que yo me siento incapaz de expresarlo como ella, por eso quiero que disfrutéis todos de él:


Salimos de O Cebreiro con ilusión.
La carretera esta adornada por una guirnalda amarilla como las flechas del camino. Juegan al corro las nubes con las redondas montañas.


Los camioneros nos saludan con sus bocinas.
Se oyen esquilas de vacas que pastan.
En la cuesta de San Roque, nos retratamos.
De la fuente fría fluye el agua y se deja caer en el estanque.
Corretean las gallinas en las pequeñas aldeas.
La hierba de los prados, dio paso a las margaritas y ellas se asomaron con todo su esplendor para dejar a los caminantes ¡admirados!



Ascendemos por una pendiente con esfuerzo pero descansando para respirar aire puro.
Luego todos vamos muy ligeros, ya bajamos.
En mesas y bancos de piedra, en un apacible lugar, comemos mejor que los emperadores romanos.
Nos ponemos en marcha por un camino encantado donde las meigas parecen vigilarnos.


Vamos custodiados por majestuosos castaños, tupidos abetos y avellanos y a sus pies: dedaleras, fresas silvestres y la retama.
Por entre los musgos de las orillas, saltan las aguas de pequeños manantiales al camino para acompañarnos en algunos tramos.

Llueve suavemente al llegar a Triacastela donde entramos para ver la iglesia atravesando el campo Santo.
Más tarde visitamos el monasterio de Samos, por una gran escalinata ascendemos a la hermosa iglesia. Visitamos dos claustros: uno con la estatua del padre Feijoo  entre frutales y el otro tiene una magnifica fuente adornada con ostentosas sirenas.
En la parte de arriba, amplios pasillos adornados de grandes murales, con ángeles y diablillos y también están pintados los frailes Benedictinos, que de cualquier lado porque los miramos, ellos nos están mirando.
Fuera en la ribera del río Oribio, hay una ermita muy pequeña que tiene un guardián muy altivo, es un ciprés milenario.
Y regresamos  a casa, cada vez más enamorados del Camino”.

Isabel  Sánchez Respaldiza. 66 años.

 Y luego pienso en el apoyo incondicional de mi entrañable Asociación de Amigos del Camino de Santiago de León que siempre están pendientes de nosotros y todo ello me hace creer que por encima de todo lo que esta ocurriendo  en la actualidad, existen cosas poderosamente bellas dentro de las personas, cosas que pueden hacer cambiar y transformar este mundo y recuperar la belleza humana. 



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Eva, como caminante de este variopinto grupo solo puedo decirte que en cada etapa haces que todos nos sintamos bien, siempre pendiente de todo y de todos y en tus crónicas vas relatando de forma sencilla y hermosa nuestro peregrinaje

Anónimo dijo...

........y hoy además has publicado esta maravillosa descripción de Isabel, no se puede llenar mas de poesía y sensibilidad un relato, es precioso y al leerlo he pensado en ella, en sus atenciones para con todos nosotros y me he emocionado, pues ha pesar de conocer a nuestra compañera hace ya muchos años cada dia descubro nuevos matices de ella.... Y todo gracias al Camino.

Rosa Fadón dijo...

Me encantan estos relatos del Camino, en los que emanan impresiones de varios participantes. Quiero resaltar este párrafo:
"...por encima de todo lo que esta ocurriendo en la actualidad, existen cosas poderosamente bellas dentro de las personas, cosas que pueden hacer cambiar y transformar este mundo y recuperar la belleza humana."
Me ha gustado mucho está reflexión, que comparto.