domingo, 17 de mayo de 2015

Etapa del Viejo Camino de Santiago de Losada a la Virgen de la Peña




De Losada a la Virgen de la Peña


En la etapa anterior del Viejo Camino de Santiago por la provincia de León llegamos hasta la salida de Losada y descansamos en el jardín que rodea la piscina, tomando algo en el bar anexo, pues el peregrino en el siglo XXI, época en la que ya no existen los castillos para acogerlo, ni puede refugiarse en sagrado, tiene de alguna manera que buscarse la vida.
Hoy iniciamos la etapa de Losada a la Virgen de la Peña, en Congosto, desandamos el último tramo del camino para regresar hasta la entrada de Losada, a la ermita del Cristo. En otro tiempo, los quintos, bravos muchachotes subían a su santo patrón, desde la iglesia hasta esta ermita, casi a la carrera. Hoy desgraciadamente no quedan ni imagen ni casi quintos debido a la despoblación que sufre nuestra provincia.




Pasamos junto a la espadaña de la antigua iglesia que posiblemente fuera también la del monasterio que aquí existió durante la alta edad media. El lugar se haya impregnado de un silencio casi mágico que invita a la ensoñación, pero en los años 60 del siglo pasado…desconocemos la causa que movió al párroco del lugar a vender las imágenes ¿necesidad de reparar la iglesia, codicia? Lo cierto es que cuando se encontraba en su interior con los peritos que habían acudido a tasarlas se desencadenó una terrible tormenta que amenazaba con arrastrarlo todo, bancos, imágenes,  tasadores y cura, reguero abajo, sin parar hasta Bembibre, así que los atemorizados personajes de nuestra historia decidieron encaramarse a lo alto de la espadaña que ahora contemplamos, haciendo sonar las campanas Ding dong Ding Dong. Pero nadie acudió a la llamada. Nadie sabe cómo, quizás porque los santos se apiadaron de ellos, la tormenta pasó, la riada se fue y allí quedaron en el campanario de la iglesia sanos y salvos.
Al domingo siguiente el malhumorado sacerdote pronunció una dura homilía en la que no faltó la alusión de la omisión del deber de socorro de los feligreses, aunque no quedó aquí la cosa porque el hombre más socarrón del pueblo tomó a su vez la palabra para afear al cura la venta de imágenes argumentando luego que fueron los mismísimos santos los que enfadados por la simonía les impidieron acudir a la iglesia.
Nosotros pobres peregrinos, después de santiguarnos, dejamos constancia aquí del suceso tal como nos lo contaron y tomando una senda que sale de enfrente de las escuelas y que nos llevará casi paralelos a la carretera pasando por los campos llamados del ministerio y Vega de Viejos seguiremos camino de Rodanillo.


Aprovechamos nuestro caminar comentando que Losada es también un apellido que lucen importantes personalidades de la historia y de la cultura. Parece ser que originariamente procedía del valle de Quiroga para luego esparcirse por el Alto Bierzo y norte de Zamora. Su escudo de armas está formado por una losa aplastando un par de lagartos aunque en otros aparecen hasta seis lagartos encima de la losa.
Parece ser que ambos escudos representan el extermino de estos animalitos que asolaban la comarca en el siglo X hasta que dos hermanos, los hermanos Juan y Diego míticos fundadores de la saga libraron a la gente de la plaga otorgándoles así tierras y su
 título nobiliario. El derecho a la utilización de escudo de armas se lo concedió Ordoño II de León. Me dicen también que el escudo mas bonito que se conserva en la actualidad se encuentra en la Iglesia de Rionegro del Puente donde nació Diego de Losada conquistador en el Nuevo Mundo, que corriendo el tiempo fundaría la ciudad de Caracas.
Otro famoso portador del apellido sería José Rodríguez Losada mas conocido como  “El relojero Losada” recordado todas las noche viejas pues construyó el reloj de la Puerta del Sol de Madrid, por si fuera poco también  haría el Bin Bang de Londres. Pero ¿sabéis como empezó la historia? Pues siendo pastor en Iruela perdió una vaca y su padre enfurecido le dijo que no regresara hasta haberla encontrado, tras buscarla infructuosamente, atemorizado de regresar al hogar, decidió marchar por el mundo adelante a probar fortuna y la consiguió, como veis se hizo muy famoso.
Entramos en  Rodanillo por una plaza que tiene como monumento un carro de labranza pues en este industrioso pueblo se fabricaron durante muchos años para venderlos por todo el Bierzo. Hasta cuatro talleres para su  fabricación hubo trabajando simultáneamente.

Aunque nos ha acompañado durante todo nuestro recorrido habíamos dejado para cuando llegásemos a su pueblo la labor de presentaros a David González, natural de este hermoso lugar aunque residente por razones de trabajo en Madrid. Conocimos a David cuando establecimos nuestro primer contacto con esta etapa del viejo camino de Santiago y siempre estuvo dispuesto a ayudarnos incluso diseñó y distribuyó un póster avisando del día en que la asociación realizaría la etapa ¡Gracias amigo!

Juntos hemos buscado los vestigios de la antigua vía romana por la que discurre el Viejo Camino de Santiago, que anduvieron los peregrinos en los primeros años de la Peregrinación, en aquellos lejanos años próximos al descubrimiento de la tumba del apóstol, cuando aún la península era campo de batalla entre moros y cristianos y la ruta buscaba la protección de las montañas, de los castillos y monasterios, de las antiguas vías romanas que luego se convertirían en el Camino Real de Postas hasta que finalmente nuevas carreteras como la trazada por Carlos Lemoure, los dejó en el abandono.



Juntos visitamos la iglesia de la Rodanillo, donde tuvimos ocasión de admirar su magnífico  retablo, las imágenes y la cruz procesional considerada una de las mejores de la comarca. Nos mostró luego los cuadros del pintor cordobés M. Romero que fueron donados a dicha iglesia en el año 1999. Nos relató las vicisitudes pasadas por el templo durante la revolución francesa en la que fueron asesinados los vecinos del pueblo que se opusieron al saqueo perpetrado por los soldados de Napoleón. Después durante la Guerra Civil del 36 intentaron dinamitarla y recordando el desastre de la afrancesada, en esta ocasión fueron las mujeres, con mas poder de persuasión quienes disuadieron a los bárbaros de su intención de dinamitar el templo. Una pequeña imagen de la Virgen muestra el orificio de entrada de una bala, que milagrosamente quedó enquistada en su interior evitando que se hiciera añicos ¿un milagro?

Recorrimos el pueblo deteniéndonos en los hermosos rincones de las calles con los típicos corredores de madera. Al fondo en un parque preside una imagen de piedra de San Benito en memoria de un monasterio benedictino de cuya ubicación hemos perdido la memoria a pesar de las pesquisas de Don Benito González autor del libro “Rodanillo, un pueblo del Bierzo Alto” con el que nuestro amigo David colaboró.

¿Habéis observado que por aquí mucha gente se apellida González? Yo fotografié dos escudos nobiliarios que representan ese apellido.
Nos hubiera gustado quedar mas tiempo en este acogedor pueblo pero debemos seguir nuestro camino ya que somos peregrinos. No olvidaremos su nombre, y  lo haremos recordando una leyenda local en la que se dice que el origen de este nombre se basa en que una vez, hace mucho tiempo, un hombre sacando el anillo de su dedo lo puso a rodar a lo largo de la calle principal mientras gritaba:”¡Rueda anillo, roda anillo, Rodanillo…!”

Cruzamos la carretera general y seguimos por polvorienta senda de color como de cobre, es el camino que nos conduciría a la siguiente localidad, Cobrana.
Como los peregrinos somos gente curiosa  aprovechamos la etapa para visitar uno de los alcornocales más famosos de Europa.

Al entrar en Cobrana atrae nuestra atención una ruina venerable, se trata de la balconada de un antiguo palacio que desafiando las leyes de la gravedad aún se conserva en pie.


Conseguimos saber que en el siglo XVIII fue la residencia de D. Francisco Nicolás Flórez Osorio 3º vizconde de Quintanilla y Señor de Losada. Este nombre trajo a nuestra memoria un lance protagonizado en León, no por el 3º si no por el 2º vizconde, D. Francisco Luis Flórez Osorio y Guzmán, que se enfrentó en duelo con Manuel Rubín de Celis, Señor del Valle del Duerna, lo hicieron por el amor de una mujer, María  Ana Ruiz de Tenderos de Vivar y Ramírez que todos estos apellidos tenia la dama.
En la pelea, el Vizconde da muerte a Rubín lo que obliga a escapar al homicida para  refugiarse en sagrado en la Basílica de San Isidoro, cuyo cabildo se opuso a garrotazos a que los justicias y los ciudadanos enfurecidos profanaran el recinto. Ganó el populacho debido a su mayor número y contundencia empleada, pero el cabildo había escondido bien al vizconde y los justicias no encontraron al matador que finalmente consiguió burlarlos.
Y, a todo esto ¿Qué fue de la bella dama? Al perecer uno de los pretendientes ¿accedería a las pretensiones amorosas del vizconde casándose con él? Pues no, esta mujer que a buen seguro sería muy guapa para encender tales pasiones, entraría de religiosa en el monasterio benedictino de las Madres Carbajalas junto a la leonesa Plaza del Grano que por cierto cuenta con un afamado albergue de peregrinos.

Desde Cobrana comenzamos el ascenso al santuario de la Virgen de la Peña, patrona del Bierzo Alto y lo hicimos por el mismo camino que antes ascendían los devotos que todos los años acudían en romería a pedir la intercesión de la Virgen y los miles de peregrinos que por aquí pasaban camino de Compostela sabedores de que al igual que sucede en Villafranca, si padecían alguna grave enfermedad podrían abandonar aquí su peregrinación recibiendo las mismas indulgencias que si hubiese llegado a Santiago para venerar al santo.



Nos queda un buen trecho y el sol aprieta. Por entre los pinos contemplamos la silueta del imponente recinto monacal hoy transformado en hotel, aunque está cerrado al público.


Ay, se me antoja que estoy llegando a la abadía de Montecasino en Italia, transformada aquí por obra de los genios del bosque en el monte Turcia (Itur=fuente, agua que diría nuestro admirado Padre Eutimio  Martino) Como corroborando su significado, con lo primero que nos encontramos al llegar a la cumbre es con una gran cisterna  ¿de origen romano? que se conserva junto al monasterio.


Quedamos sobrecogidos ante lo impresionante del paisaje que se divisa desde este llamado “balcón del Bierzo”. A mí se me antoja que nos encontramos en un santuario prehistórico que diera culto a la Magna Mater que se cristianizó luego.
Volvemos a encontrarnos aquí con la recurrente y piadosa leyenda de una imagen que busca una ubicación concreta. En este caso la imagen fue encontrada por unos pastores
que la entregaron al sacerdote de Congosto y la depositó en la iglesia de la localidad.
A la mañana siguiente la imagen había desaparecido sin que nadie pudiera explicar lo que había pasado hasta que los pastorcillos volvieron a encontrarla en el mismo lugar que el día anterior por lo que llegaron a la conclusión que la virgen deseaba que se le construyera una ermita en ese lugar. Nos hemos encontrado con parecidas leyendas a lo largo del Camino, como la de la Virgen de Soelcastillo, junto a Nocedo de Curueño, la de Pandorado, que por la noche desaparecía de la Omañuela o la de Canales, que no dejaba que la transportaran a Soto y Amio.

Augusto Quintana en sus “Temas Bercianos” nos informa que la noticia documental más antigua que tenemos de este enclave es de una escritura de 1281. Junto a la ermita se construyó después un hospicio para expósitos, un albergue de peregrinos y hasta un convento de Freires del Sancti Spiritus, algo que aún atestigua la cruz de la orden que preside la fachada sur del recinto. Siendo capellán Fray Gabriel de Aller pidió autorización a Roma en 1596 para la construcción de un monasterio, quedando terminado en 1601. 

El complejo fue asaltado por las tropas napoleónicas en 1808 y expoliado a partir de la desamortización de Mendizábal en 1835, finalmente el 25 de julio de 1936 fue incendiado. Pero a los peregrinos nos gustan las historias con final feliz así que finalizada la guerra civil comenzaron las gestiones para reconstruir el santuario con aportaciones particulares y sobre todo con la ayuda de la familia  Honingman-Ballet cuyas estatuas para el recuerdo tendremos ocasión de admirar a nuestra llegada a Congosto. El santuario quedó inaugurado de nuevo en 1957. Podemos admirar además de la cisterna unos muros del claustro del convento.

Nosotros después de contemplar las impresionantes vistas desde su mirador emprendemos el descenso como hicieron los peregrinos de todos los tiempos, en  dirección a Congosto para dirigirnos al lugar donde se encontraba el puente que cruzaba el río antes de que el embalse de Bárcena nos cortara el paso en la actualidad.

Texto y fotos de Rafael Cid

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