De nuevo nuestra amiga y compañera María Ángeles Zayas , nos remite una magnifica y maravillosa crónica, sobre uno de los puntos más emblemáticos del camino de Santiago a su paso por nuestra provincia.
En un agosto peregrino muy caluroso, vamos a dedicar estas líneas a una localidad de todos conocida y muy cercana a León, Villadangos del Páramo. Situada a 20 km de la capital por el Camino Francés hacia Santiago de Compostela, su proximidad hace que nuestra asociación la haya visitado con frecuencia; en las últimas ocasiones para la siembra y plantación de árboles en el Camino.
El topónimo del lugar, según algunas fuentes, deriva de “villa de Eneco”, nombre vascón del que pudo ser su fundador en la época de la Reconquista; otras fuentes dicen que procede de Villa de Angos o Ancos, nombre de origen franco.
En la actualidad es la sede del ayuntamiento de su nombre, y comprende las pedanías de Celadilla del Páramo y Fojedo del Páramo. Su población, excepcionalmente en ascenso, supera los 1200 habitantes, y su origen parece estar en un asentamiento astur, conquistado posteriormente por los romanos. En la Alta Edad Media, allá por el año 714, fruto de las incursiones musulmanas, la villa fue abandonada y permaneció deshabitada hasta la repoblación que realizaron los reyes de León, a finales del siglo IX o principios del siglo X, a partir de pequeños núcleos familiares.
En el año 1111 fue escenario de un enfrentamiento armado entre leoneses y gallegos, partidarios de doña Urraca de León, y aragoneses, partidarios de Alfonso I el Batallador, que se disputaban las posesiones del hijo de ella -el futuro Alfonso VII-, nacido de su matrimonio con Raimundo de Borgoña, que había fallecido en 1107. Para conmemorar esta batalla, los días 12 y 13 de agosto de cada año, se celebran diversas actividades entre las cuales se recrea la contienda en la que las tropas fieles a Urraca, encabezadas por el infante Alfonso Raimúndez y el obispo Gelmírez, se enfrentaron al ejército aragonés de Alfonso I.
Una escultura en bronce de la reina Urraca, frente al ayuntamiento de la localidad, recuerda su presencia en estas tierras -apenas hace un año estaba ubicada en su interior y presidia el hall del edificio municipal-.
Villadangos del Páramo fue señorío eclesiástico desde 1112 hasta 1580, fecha en que pasa a ser señorío civil. En 1788, el rey Carlos III creó el título de Marqués de Villadangos que perduró probablemente hasta 1837.
Su economía, hasta bien entrado el siglo XX, dependía de la ganadería menor (ovina y caprina) y de una agricultura de subsistencia. En la segunda mitad del siglo, la concentración parcelaria y la puesta en marcha del proyecto Riegos del Páramo, cuya agua procedía del pantano de Barrios de Luna, potenció su desarrollo agrícola y ganadero; si bien fue la llegada del ferrocarril, allá por el año 1863, la que, a la larga, marcaría importantes cambios económicos para el municipio y atraería la instalación de pequeñas industrias y almacenes de conocidas firmas comerciales, actualmente en crecimiento.
Lugar de paso continuado de peregrinos, parece que en la Edad Media contaba ya con un hospital de peregrinos que se mantuvo durante siglos gracias a la generosidad de algunos vecinos, que, en su testamento, llegaron a dejar bienes y propiedades para el sostenimiento del mismo. La tradición hospitalera se ha mantenido y, a la entrada del pueblo, podemos ver un bonito y llamativo edificio construido en 1935 para albergar las escuelas nacionales, que fue rehabilitado en 1991, tras un grave incendio, que es ahora albergue municipal. Desde hace casi dos años está gestionado por la organización plurinacional HOSVOL -Hospitaleros Voluntarios- que forma parte de la Federación de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago de España y ha supuesto un nuevo impulso a su frecuentación por los peregrinos, a pesar de que algunos pueblos limítrofes como San Miguel del Camino u Hospital de Órbigo, cuentan con otros albergues muy concurridos.
Entre los atractivos de la villa, figura la iglesia parroquial construida en el siglo XVII, que, bajo la advocación de Santiago Apóstol, nos da idea de la importancia del tránsito de peregrinos. Cuenta con un retablo central de estilo churrigueresco, en el que sobresale una gran talla ecuestre del apóstol Santiago con espada en alto y un moro vencido a sus pies. Sobre la hornacina, resalta un escudo con la Cruz de la Orden de Santiago, flanqueada por dos conchas. En los laterales, la imagenería representa a Jesús crucificado con la Virgen y San Juan a su lado, la aparición de la Virgen del Pilar a Santiago y la de éste al rey Ramiro I en la Batalla de Clavijo. Hay, además, en la parte superior del retablo otra imagen de Santiago peregrino. Completan el conjunto dos retablos laterales: el de la izquierda dedicado a la Inmaculada Concepción y el de la derecha, a las Animas del Purgatorio. Una preciosa puerta tallada, que data de 1735, cierra el templo; en ella podemos ver unos relieves policromados referidos a la Batalla de Clavijo, que muestran la aparición de Santiago al rey Ramiro I y la victoria de este frente a Abderramán II.
Otro gran foco de interés es una laguna de aproximadamente diez hectáreas de extensión, conocida como el estanque, una antigua zona inundable en invierno, que, en la década de los cuarenta del siglo pasado, se embalsó con el fin de almacenar agua para el riego. En los años ochenta, tras la construcción del canal de Villadangos, perdió su uso agrícola y fue abandonada. En la actualidad goza de alto valor ecológico y se ha instalado un observatorio de aves y anfibios, muy visitado por los peregrinos.
Seguramente nos habremos dejado muchas cosas en el tintero, pero hemos aprovechado la sequía estival para recordar alguna de ellas.
Texto : María Ángeles Zayas
Fotografías: María Ángeles y Jomardi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario