Portomarín – A Brea .
Previa fotografía de grupo en la escalinata Capilla de las Nieves junto al puente del embalse,
salimos de Portomarín por amplio camino que nos eleva a la campiña dejando atrás la parte baja de la ribera del Miño.
Es el tramo más bonito de la etapa bajo un dosel vegetal que forman los vigorosos robles y castaños. Arriba se abren grandes espacios de cultivo para heno y se encuentra alguna potente granja de bovino.
El primer núcleo urbano que encontramos es la pequeña aldea de Toxibó, apenas media docena de habitantes, que luce un bonito ejemplar de hórreo o cabazo u estrecho y esbelto, con las paredes estructurales de lado corto en granito, las laterales de tabla separada y rematando las de granito con cruz a un extremo y turuleco al opuesto. A lo largo del día veremos más ejemplares que han servido a la necesidad de secar y conservar las panollas y que actualmente, perdido su uso, son poco más que elementos singulares e identificativos de estos territorios.
A la entrada de Gonzar tienen dispuesta un área de descanso, con fresca sombra, bien cuidada y muy concurrida. No son muchos los espacios como este que puede encontrar el peregrino, todo está más orientado hacia la amplia oferta hostelera.
Llegados a Castromaior se hace obligada la visita al Castro del mismo nombre datado en la Edad de Hierro, si bien el esqueleto de lo que debería haber terminado siendo el centro de interpretación del yacimiento, no invita a otra cosa que avivar el paso dejando atrás el horror. Pero el Castro en si, lo que de él está a la vista, es interesante aún sin explicación.
confusos y sencillos
los que llegan a destino
y los perdidos
León G.
Texto: Juan Jesús Álvarez- Acevedo Prieto.
Fotografías: Juanjo Robles y Jomardi.
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