jueves, 31 de julio de 2025

Etapa 23 del Camino Francés Sarria –Portomarin – A Brea (Segunda Parte)

 

 Portomarín – A Brea  .

 

Previa fotografía de grupo en la escalinata Capilla de las Nieves junto al puente del embalse, 






 salimos de Portomarín por amplio camino que nos eleva a la campiña dejando atrás la parte baja de la ribera del Miño. 



Es el tramo más bonito de la etapa bajo un dosel vegetal que forman los vigorosos robles y castaños. Arriba se abren grandes espacios de cultivo para heno y se encuentra alguna potente granja de bovino.




Hoy se pasará por menos aldeas que en la etapa anterior, pero tienen más y mejores servicios.
 


Como la hora de salida es más acorde con la que generalmente siguen los peregrinos, en pocas  ocasiones es posible caminar solos, constantemente nos alcanzan o alcanzamos un rosario de gente de la más diversa apariencia y condición.





 El primer núcleo urbano que encontramos es la pequeña aldea de Toxibó, apenas media docena de habitantes, que luce un bonito ejemplar de hórreo o cabazo u  estrecho y esbelto, con las paredes estructurales de lado corto en granito, las laterales de tabla separada y rematando las de granito con cruz a un extremo y turuleco al opuesto. A lo largo del día veremos más ejemplares que han servido a la necesidad de secar y conservar las panollas y que actualmente, perdido su uso, son poco más que elementos singulares e identificativos de estos territorios.








 A la entrada de Gonzar tienen dispuesta un área de descanso, con fresca sombra, bien cuidada y muy concurrida. No son muchos los espacios como este que puede encontrar el peregrino, todo está más orientado hacia la amplia oferta hostelera.


 Llegados a Castromaior se hace obligada la visita al Castro del mismo nombre datado en la Edad de Hierro, si bien el esqueleto de lo que debería haber terminado siendo el centro de interpretación del yacimiento, no invita a otra cosa que avivar el paso dejando atrás el horror. Pero el Castro en si, lo que de él está a la vista, es interesante aún sin explicación.

 





Poco antes de llegar a Ligonde encontramos el crucero de Lameiros, un breve y acogedor espacio a la sombra de generoso arbolado y a la salida, una breve senda carballeira que evita el rodeo de la carretera para bajar al humilde río Irixe que se ha de cruzar siguiendo la orientación general del Camino de Santiago.
 


 
La mañana venía siendo de buena temperatura, pero poco a poco fue apareciendo más riguroso el sol y en los últimos kilómetros ya añadió calor al cansancio de lo caminado.
 



 A Brea es el punto final de la etapa y en el único establecimiento que encontramos, nos agrupamos para reposar y dar alimento al cuerpo.
 

 Así concluyó la salida de la Asociación antes del descanso estival. En septiembre se retomará el Camino, con renovado ánimo.
 

 Dos clases de caminos hay
confusos y sencillos
los que llegan a destino
y los perdidos
 León G.


Texto: Juan Jesús Álvarez- Acevedo Prieto. 

Fotografías: Juanjo Robles y Jomardi.

 



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