Cuarta parada: “Valdesaz de Los Oteros, el tesoro desconocido”.

Con las fuerzas repuestas, pusimos rumbo hacia Valdesaz de Los Oteros, en pleno corazón de una de las comarcas más olvidadas de León.
Allí nos aguardaba Belén, hija del pueblo y apasionada defensora de su patrimonio cultural, que vino expresamente desde Burgos para atender otra actividad del pueblo y a la postre, enseñarnos la maravillosa Iglesia de la Asunción, otra joya declarada BIC que sorprendió incluso a los más veteranos del grupo.
El templo, que perteneció al desaparecido monasterio de San Cipriano, presenta dos partes bien diferenciadas: la cabecera de ladrillo de mediados del siglo XVI y el cuerpo de naves de piedra, probablemente obra de Juan del Ribero Rada, uno de los grandes arquitectos leoneses del siglo.
Su interior es impresionante: naves separadas por sólidos arcos de piedra sobre pilares cuadrados, cubiertas con un artesonado mudéjar de notable complejidad, y en la cabecera, una bella armadura ochavada.
El retablo mayor, de escuela de Berruguete, necesita una restauración urgente para devolverle su antiguo esplendor, al igual que ciertas zonas dañadas por la humedad. La visita fue una lección viva de historia del arte, de técnicas de carpintería de armar y de cómo un pequeño pueblo puede guardar verdaderos tesoros que claman por atención y cuidado institucional.
La reflexión fue unánime: no es justo que Los Oteros, comarca de vinos célebres como el de Pajares de los Oteros, quede relegada al olvido por la falta de inversiones o la escasa promoción de su patrimonio. Desde aquí hacemos un llamamiento a las autoridades para que sigan valorando, restauren y potencien estas joyas antes de que sea demasiado tarde.
El regreso: “satisfacción, gratitud y nuevos proyectos”.
Volvimos a León cantando nuestro himno y con la sensación de haber recorrido no solo unos kilómetros, sino varios siglos de historia viva, de haber tocado con la mente y el corazón los latidos de un pasado que aún laten en nuestras piedras, nuestras iglesias, nuestros castillos. Un viaje que no solo alimentó la mente y el espíritu, sino también la conciencia de que nuestro patrimonio rural merece respeto, atención y cariño.
Y con una certeza: ¡regresaremos! Porque León aún guarda muchos secretos esperando ser contados.
Texto : Pedro Antonio García Cordero.
Fotografías: Juanjo Robles y Jomardi.
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