Después, un recuerdo a la trashumancia, tan propia de nuestra tierra en tiempos no demasiado lejanos: “Ya se van los pastores…” en un dúo de violín y piano que consiguió aunar el silencio absoluto del público y un acompañamiento mental en el interior de cada uno de nosotros recordando nuestras sensaciones de niños, cuando aprendíamos y repetíamos las canciones populares, tan nuestras.
También interpretaron “Entra, dulce amor”, originaria, según parece de Mansilla de las Mulas, basándose en las versiones de Ángel Barja y Manzano, en este caso con piano y violín y una melodía que se oía a lo lejos, mezclando realidades y sueños.
“Río arriba, río abajo”, como homenaje a los ríos leoneses que atraviesan el Camino, desde el Cea en Sahagún, hasta el Esla, el Bernesga y el Torio. “Un cazador cazando…” “Los titos de Corbillos” esa legumbre que por mucho que se quiera cocer, siempre queda dura.
Un recital de canciones y de sensaciones difíciles de explicar pero que llegaron muy adentro de los espectadores.
Para terminar, se cantó el Himno de la Asociación, con la colaboración del coro del Camino, músicos y solista. Hubo que repetirlo para que todo el público participara y el salón entero se incorporó al júbilo, sintiendo la misma sensación que cuando se acaba una caminata y entramos en León cantando, cansados pero felices, sintiéndonos parte viva del Camino.
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https://www.youtube.com/watch?v=DX_2X8TnIWI
Texto; Charo Barrientos.
Fotografías y videos: Rosa Gómez, Amelia Garcia y Jomardi.

















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