La Asociación de Amigos del Camino de Santiago de León tiene la misión y la responsabilidad de dar a conocer la cultura que posee el Camino de Santiago y es por ello que el día 10 de marzo programado por el Espacio Cultura, hemos asistido a la Iglesia de Santa Ana para saber lo que encierra al estar en el extrarradio de la ciudad de León. El Párroco D. José Antonio nos desglosó sus características.
Las parroquias en los siglos próximos a la aparición de la tumba del Apóstol Santiago tenían la misión de atender y proteger a los peregrinos tanto en lo humano, en lo espiritual y en lo religioso. Esta Iglesia fue levantada por orden de Dña Urraca, según documento del Archivo Catedralicio con el nombre de Santa Ana, la madre de la Virgen María cuya talla preside en el altar mayor.
Los Caballeros del Santo Sepulcro de Jerusalén fueron quienes se encargaban de su cuidado y atención. La Iglesia tiene tres naves y conserva arcos góticos. Fue también cementerio de peregrinos que se enterraban dentro de la iglesia. Algunos nobles tienen sepulcros adosados a la pared con leyenda de quienes eran en las lápidas que aparecen en las paredes.
Situada extramuros de la ciudad estaba en el antiguo barrio de la judería, era una referencia pues a su lado existía un Lazareto, que era un hospital para infectados y leprosos, a los que se les atendía de la enfermedad que padecieran y de la lepra.
Tiene tres retablos neoclásicos del S. XVII. En la cabecera, en el principal una imagen de Santa Ana con su hija María, en la parte superior Santiago matamoros, San Lázaro, de ahí el nombre de Lazareto al hospital existente. El retablo de la izquierda tiene una Piedad de gran valor y en la derecha al soldado romano y a la figura de San Antón.
Al realizar una restauración aparecieron pinturas murales de estilo mudéjar. La característica de ellas son los trazos geométricos en las dos naves cercanas al presbiterio.
Las anécdotas de nuestros socios como de bautizarse, casarse o hacer la primera comunión en esta iglesia cerró la visita a esta iglesia.
Texto: Luis Gutiérrez Perrino.
Fotografías: Jomardi.
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