El pasado jueves 16 de diciembre tuvo lugar la última visita cultural de 2021, programada por el Espacio Cultural de la asociación de Amigos del camino de Santiago de León ¨Pulchra Leonina´, que tan galanamente nos tiene acostumbrados. Las medidas sanitarias en contra del virus Covid-19, como no podía ser de otra manera, estuvieron presentes, sin que por ello deslucieran la misma. Se trataba de disfrutar de una de las joyas olvidadas del barroco de la ciudad de León: “la Ilustre Parroquia de Santa Marina la Real”. La visita fue dirigida por una mano experta, la de D. Taurino Burón Castro, historiador local, investigador y divulgador de la cultura leonesa, significándose al tener un libro publicado sobre esta emblemática Parroquia.
Empezamos puntuales, a las cinco en punto de la tarde, con una tarde esplendida y que invitaba a juntarnos para la ocasión. La primera lección, ya en frente de la iglesia, fue sobre el edificio, arquitectura e historia. Paralelamente, se nos habló de que la fundación de la Parroquia que data del siglo XI. También y someramente, nos comentó que, a su inicio, no estaba en esa ubicación, sino al lado de la puerta el Conde o del Castillo junto a un pequeño convento en la muralla romana, donde se ubicaron los asentamientos de la Legio VI.
En cuanto a su consagración, está dedicada a una Santa Marina, de procedencia Oriental, conocida también como Margarita o Mariana y otra nacional. El origen de la Santa nacional es incierto. Según una versión, nace en 119, era hija del gobernador romano de Galicia y Lusitania, educada por una criada cristiana y acusada ante su padre, acabaría siendo mártir cristiana. Su culto se extendió a partir del siglo X a comienzos del nuevo Reino de León.
Ya centrados en la Iglesia de Santa Marina La Real, se nos dijo que fue propiedad de la Compañía de Jesús y se bendijo en 1686 bajo el título de “San Miguel y los Ángeles” como patrimonio del Colegio, fundado en 1571, y que desarrolló su actividad como iglesia del mismo hasta 1767.
Ahondando en su contexto histórico, el Colegio, ocupaba toda la manzana donde se encuentra la actual Parroquia hasta el colegio Público Ponce de León, pues además de escuela y parroquia, incluía residencia, huerta, paneras, bodega, etc. El primer benefactor del Colegio y proclive a los cambios del Concilio de Trento fue el obispo de León, Juan Martínez de San Millán. Impartían enseñanza en tres niveles (menores, medianos y mayores). Se estudiaba latín, retórica, gramática, teología moral, escolástica, artes… llegando a tener unos mil alumnos y de una importante biblioteca, (hoy conservada en el Seminario Mayor). León nunca había tenido tanto nivel de enseñanza hasta entonces. Pero por los avatares de la nueva política, en 1767, fulminantemente los Jesuitas son expulsados por orden de Carlos III de todos los territorios de la Corona Española, lo que ocasionó grave trastorno a los seminaristas y a la formación del clero.
Aprovechando la expulsión de los Jesuitas de España y la ruina de la primera iglesia de Santa Marina, de intramuros, se traslada la Parroquia de Santa Marina al edificio actual en 1770, tomando el nombre de “Real” a partir de 1773 y como señal de especial cesión y protección del Rey; en consecuencia, retirándose de la fachada los símbolos de la Compañía y se ponen los de Carlos III.
A continuación, y ya centrados en las características del edificio de la Iglesia y Parroquia, se nos explicó que la fachada es austera, de piedra y ladrillo, chocante para la época en contraste con el estilo barroco del interior. Esta, presenta un frontispicio tripartito con una portada de piedra caliza formado por pilastras dóricas que soportan un voladizo, en el cual hay una hornacina con San Miguel y un escudo real de Carlos III. En la parte media, una ventana que ilumina el ábside, y en la superior un óculo con un reloj.
Ya en el templo, centrados en sus datos biográficos, se nos dijo que fue proyectada por el arquitecto Juan Guardado, siglo XVII, y es un ejemplo vivo de La iglesia del “Gesù” de Roma, por lo que su estilo podemos considerarlo un barroco Jesuítico. Posee una amplia y luminosa nave, cubierta por bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos, y decorada con motivos geométricos y rosones en sus centros. A cada lado y separadas por contrafuertes, hay tres capillas, comunicadas entre sí mediante arcos de medio punto. Todo el interior del templo está magníficamente decorado con relieves geométricos de yeserías, obra de Tomás y Celedonio Ruiz en 1684.
La Iglesia en sí, alberga varias joyas artísticas de escultura, como un San Ignacio de Loyola de la escuela de Gregorio Fernández, la Virgen del Rosario (obra de Juan de Juni y que actualmente se encuentra en la Catedral de Burgos en la Exposición de las Edades del Hombre), y la estatua de alabastro del obispo fundador, Juan de San Millán (de Esteban Jordán). También conserva multitud de obras pictóricas, además de una Cruz Procesional de plata del siglo XVI y el magnífico órgano procedente del monasterio de Santa María de Sandoval (siglo XVIII). Es obra de Pedro Liborna Echevarría, familia de organeros de Casa Real y fue comprado por la parroquia tras la Desamortización de Mendizabal de 1835. Hoy en día, restaurado y rehabilitado, constituye uno de los tesoros del patrimonio leonés más valiosos. Este órgano es un ejemplo vivo y original de la música barroca española, y sus conciertos se puede escuchar a lo largo del año litúrgico.
Por último, visitamos la Sacristía, situada al lado derecho del altar mayor, donde destaca un relieve del misionero jesuita Gonzalo de Tapia, (1561, León - Sinaloa, 11 de julio de 1594), que fue protomártir de la provincia de mexicana y fundador de la primera misión permanente de los jesuitas en la Nueva España.
Igualmente, se nos informó que la Iglesia de Santa Marina La Real es sede de distintas asociaciones y entidades tanto civiles como religiosas, entre otras: de la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y Ánimas del Santo Malvar (1663), de la Archicofradía del Inmaculado Corazón de María (1943) y Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo (1992), etc.
Finalmente, al despedirnos, dimos las gracias a nuestros gentiles anfitriones, D. Taurino, su Párroco y Sacristán, que hicieron con su disposición, buen hacer y apoyo, que nuestra visita fuese amena y cómoda.
Texto: Pedro Antonio García Cordero.
Fotografías. Rosa Gómez, jomardi.
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