Nuestra amiga y compañera María Ángeles Zaya, nos remite un bello recuerdo de una etapa del Camino Primitivo.
El 20 de enero de 2019, miembros de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de León ´Pulchra Leonina ¨, iniciábamos el Camino Primitivo con la etapa Oviedo – Grado. Pasado Premoño, a unos kilómetros, nos encontramos el puente de Peñaflor, sobre el rio Nalón, que debimos atravesar para seguir hasta el concejo de Grado (del que Peñaflor es parroquia), en el que finalizaba.
Inmediatamente me llamó la atención el letrero anunciador: “Camino de Santiago, Puente de Peñaflor, origen siglo XII, sucesivas reparaciones en XVI y XVIII”. Durante un buen rato caminamos siguiendo el curso del rio, que pasaba vigoroso a nuestro lado. Había llovido en los días anteriores y su gran caudal me hizo pensar que se merecía ese imponente puente al que, debido a sus embestidas, habría dañado muchas veces, provocando sucesivas reparaciones a lo largo de sus ocho siglos de vida. Su última modificación, dice la Wikipedia, fue en el siglo pasado, para habilitar el paso del ferrocarril de vía estrecha. El resultado es una vasta obra de ingeniería, por su antigüedad y su elegante solidez, que circunvola las vías del ferrocarril, junto al Nalón, lo que le da una imagen pintoresca y atemporal.
Buscando información, leo algunas “aventuras” de Peñaflor y su entorno: ha sido testigo de hechos históricos importantes que reseñaré brevemente, también fue utilizado como marco de alguna obra literaria y tiene su propia leyenda.
En la guerra de la Independencia, Peñaflor fue escenario de diferentes batallas narradas por Ramón Álvarez Valdés en “Memoria del levantamiento de Asturias en 1808”, alguna de las cuales tuvo lugar junto al puente, como la protagonizada por unos doscientos soldados y civiles, que, al mando de Gregorio Jover y Valdés, político y noble de la zona, defendieron este puente, que era camino obligado entre Asturias y Galicia, contra las tropas napoleónicas del mariscal Ney. Tras la caída de Peñaflor, Grado fue saqueado, produciéndose el pillaje de los franceses que quemaron el ayuntamiento y su importante archivo y unos días más tarde marcharon sobre Oviedo.
La leyenda de Peñaflor y el rio Nalón que discurre por sus tierras, no tiene origen en un hecho sobrenatural o mitológico, sino más bien geológico. Se cuenta que, hace muchos siglos, un violento temblor rompió la sierra de La Peral, que hacía de dique de contención del embravecido océano y fue tal la hendidura producida que formó el estrecho donde se ubica Peñaflor, por donde avanzaron las aguas, que inundaron la vega de Grado.
Tiene su mención literaria en el segundo capítulo de Las Aventuras de Gil Blas de Santillana -novela del autor francés Alain René Lesage, escrita entre 1715 y 1735, considerada la última gran novela picaresca española- el cual dice en su introducción: “De los sustos que tuvo Gil Blas en el camino de Peñaflor, lo que hizo cuando llegó allí y lo que le sucedió con un hombre que cenó con él”. Es interesante leer las andanzas de este Gil Blas, nacido en Oviedo, camino de Salamanca con parada en Peñaflor.
Seguramente en los próximos años volveremos a hacer el Camino Primitivo y cruzaremos este puente de Peñaflor que nos recordará este relato.
Texto : María Ángeles Zayas
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