sábado, 16 de diciembre de 2023

La leyenda que dio origen al topónimo Fonsagrada

FOTO TOMADA EN 2007 CUANDO REALIZAMOS EL CAMINO PRIMITIVO


Esta semana han repicado las campanas de cinco monasterios y seis iglesias de Santiago de Compostela, durante quince minutos, para conmemorar los treinta años del Camino Francés. Nos congratulamos por ello, “veinte años no es nada”, como dice la canción, pero treinta ya empiezan a pesar, y los cambios se han hecho notar, sin embargo, no vamos a hablar de este importante hito que ha recogido la prensa nacional y local, y que, en los próximos días, ocupará las crónicas de reputados expertos.

Son estos, unos días con menos noticias y crónicas de peregrinaciones, dadas las fechas previas a las celebraciones navideñas y aprovechamos para recuperar esta bonita leyenda sobre el origen del topónimo Fonsagrada que publicamos en El Senderín, allá por abril de 2020.


2007



Fonsagrada es un municipio gallego que visitamos con nuestra asociación hace casi cuatro años cuando realizábamos el Camino Primitivo a Santiago de Compostela. Pertenece a la provincia de Lugo y está situado a 56 km de la capital. Su ayuntamiento tiene cerca de 5000 vecinos.




 Cuenta la localidad con un museo etnográfico muy interesante, con piezas arqueológicas, de arquitectura popular, de etnografía, claro está, y de arte contemporáneo, que pudimos visitar en aquella salida, aprovechando el fin de la etapa.



Era la hora de la comida y fue una vecina del lugar quién, durante el descanso de la guía, se ofreció amablemente a acompañarnos en el recorrido. Profesora de Historia, ya jubilada, nos dio detalles de cuantos aperos, instrumentos y objetos significativos veíamos. Nos habló de importantes acontecimientos en la vida del pueblo y, además, de una forma que me dejó un gran recuerdo, nos contó la leyenda acerca del porqué del nombre de Fonsagrada.

Pasado el tiempo, me acordaba solo a retazos de aquella leyenda, así que busqué información y encontré un texto de José Álvarez Teixeiro que forma parte de su libro “Cousas dunha Villa A FONSAGRADA”, en el que cuenta la leyenda que he resumido a continuación:
Era una fría noche de invierno, con vientos racheados y nieve. En la aldea había un profundo silencio y reinaba una extraña oscuridad. Solo se vislumbraba el reflejo de la luz de un hogar encendido en un cobertizo situado en el centro del pueblo; en él vivía una humilde familia que pasaba por angustiosos momentos. El cabeza de familia llevaba ya unos meses inválido y postrado en un mísero camastro de paja, razón por la que su esposa Marica trabajaba sin descanso para el sustento del matrimonio y de sus tres hijos aún pequeños.
En aquella fría noche sonaron de pronto, en la puerta, unos golpes secos y sonoros, a la vez que una voz entrecortada decía en solicitud de cobijo: ¡i Ave María Purísima!
Marica, elevando la voz con energía para vencer el silbido del viento, gritó: ¡sin pecado concebida!, pase quien quiera que sea, la puerta está abierta y fuera hace una noche de lobos.
Lentamente apareció en el umbral una mujer con la ropa hecha jirones y con heridas por doquier. Marica salió rápidamente a su encuentro y con ayuda de su hijo la acercó al fuego y la acomodó cerca de la hoguera, le cambió las ropas mojadas y le curó las heridas; mientras, la forastera les relataba que pasaba por allí, acompañada de su único hijo, en cumplimiento de una promesa y que muy cerca del lugar habían sido sorprendidos por unos salteadores que les habían robado, maltratado y tomado como rehén al hijo. 
Tras las curas, compartieron con ella la escasa cena y la acomodaron junto al fuego.
Al amanecer comprobaron que había una gran nevada, que duró varios días, en los que Marica no cesó de hacerle las curas a la señora.
Llegado el deshielo, en una pequeña hondonada cerca de la vivienda, empezó a manar agua. Los niños salieron contentos a jugar con aquella agua y a recogerla. Marica, al contemplar la alegría y regocijo de los niños y pensando en el trabajo que les quitaría la proximidad de la fuente exclamó: ¡sería una bendición del Cielo que esta agua corriese siempre!
Llegó la noche y solo pudieron cenar unas berzas que la madre había ido a buscar al huerto de las afueras, sacándolas de debajo de la nieve. 
A la mañana siguiente, Marica madrugó más de lo acostumbrado, se dirigió a la casa del señor, en la que algunas veces trabajaba como bracera, para que le diese una hogaza de pan, a cuenta de futuros jornales y así dar el desayuno a todos. Regresó a su casa muy contenta, con la hogaza en la mano. Buscó a la señora para darle el desayuno. pero no la halló.
A la hora de la comida, la forastera no había vuelto, fueron a buscar el pan para ponerlo en la mesa y vieron con sorpresa como en la alacena había siete panes grandes y dos quesos.

La familia de Marica dio por cierto que era un milagro divino, por intercesión de la Virgen. No obstante, toda la familia lo mantuvo en secreto para evitar las mofas de los vecinos.
Transcurrieron los días y tras el deshielo el agua seguía manando con el mismo caudal. Nadie daba crédito a lo que realmente estaba sucediendo y el fenómeno era de tal trascendencia que el pedáneo del pueblo convocó a todo el vecindario a una reunión, pero ninguno de los asistentes hallaba explicación, hasta que Marica, incapaz de mantener el secreto, contó lo ocurrido con la misteriosa forastera.
Los vecinos no salían de su asombro, aunque la presencia del manantial donde antes no había nada, era un hecho real y concluyeron que aquello era un milagro, comprometiéndose a erigir en el manantial una fuente con la imagen de la Virgen y consagrarla a ella. Junto a la fuente se construyó también una ermita en su honor.


El esposo de Marica empezó a beber agua de la “Fuente de la Virgen” con tanta fe y confianza que, al poco tiempo, recuperó su movilidad. La noticia se extendió por todo el contorno con naturaleza de prodigio y la fuente adquirió tal fama de milagrosa que el pueblo desde entonces pasó a llamarse “Fonte Sagrada”.


Al margen de la leyenda, el origen del topónimo Fonsagrada lo atribuyen algunos autores a la fuente, “fons sacrata”, que está junto a la actual capilla de Santa María, en la que los peregrinos medievales calmaban la sed después de superar la entrada en Galicia por el Alto del Acebo.



 Texto: María Ángeles Zayas

Fotografías: María Ángeles Zayas y Jomardi.




 

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