Mi tiempo con la Asociación de los Amigos del Camino de Santiago Pulchra Leonina ha sido breve, pero me ha afectado como persona. Mi experiencia con ellos marcó la primera vez en mi vida adulta que trabajé en una oficina y que viví en el extranjero sin familia ni amigos.
Con la ayuda especial de María Angeles Zayas, mi tutora, lentamente me empecé a sentir como en casa y todos los días me sentía bienvenida por los otros socios.
Me han ayudado mucho, tanto en aprender sobre el funcionamiento de su sede, sobre los diferentes Caminos hacia Santiago y hasta sobre la vida en León.
He podido conocer los albergues de La Virgen del Camino y Villadangos del Páramo, cuyos hospitaleros son la encarnación de la bondad. Me siento afortunada de que un grupo de amigos me haya recibido tan generosamente. Su cariño y dedicación son contagiosos; solo al estar en su presencia me quería esforzar más en mis deberes como becaria.
Se me dio la oportunidad de participar en la salida del 12 de mayo; la etapa 20 del Camino Francés, de Hornillos del Camino a Castrojeriz. El pronóstico prometía un día de tormenta, pero terminó siendo un día muy agradable en el Camino.
Quedé asombrada con las mesetas de trigos y flores. Yo provengo de un lugar con mucho desierto y montañoso, entonces estos tipos de terrenos me causan mucha alegría. Mientras caminaba, no podía dejar de tomar fotos de todo lo que veía; en especial la cantidad de flores de diferentes especies y colores que adornaban el Camino. Hablé con muchos socios que no había conocido en las oficinas y me gusto conocerlos a todos.
Anselmo, el presidente, me dijo durante la primera mitad, caminando hacia Hontanas, que este tipo de paisaje era el que uno se iba en un sueño. Ahora, después de haber concluido el Camino y dejado España, siento que voy a volver a ese tramo del Camino en mi vida habitual.
Muchos de los socios también me apoyaron mucho en mis planes de conocer España durante mi tiempo aquí. Recibí muchas sugerencias de autobuses que tomar, lugares que visitar, y comida para probar y me sentí muy segura viajando por el país. También agradezco eso.
La sede de la asociación tiene algo muy especial que es difícil de no notar al entrar en sus oficinas. Quizá sea el hombre que falleció antes de cumplir su sueño de completar el Camino, o su hija que viajó desde Singapur a completarlo en su honor. Quizá sea la pareja alemana en su luna de miel que pasó horas en las oficinas platicando con los socios presentes. Quizá sean las fiestas sorpresas que se organizan en secreto para agasajar a un socio.
O tal vez sea como les brillan los ojos a los verdaderamente apasionados y fanáticos del Camino al compartir sus historias. Sinceramente espero que todos puedan conocer la amabilidad y bienvenida que esta asociación comparte con el mundo.
La Asociación de Amigos del Camino de Santiago de León no es un título apropiado para la comunidad que se ha cultivado en la pequeña oficina de la avenida de Independencia. Es algo más fuerte e impactante que la amistad, se les debería llamar la familia del Camino de Santiago. Le doy las gracias a esta familia por apoyarme en mis aspiraciones.
Texto: Daniela Villarreal Martínez
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