miércoles, 12 de abril de 2023

Camino del Norte 21 y 22 Etapas. (Primera Parte.)

25 y 26 de Marzo de 2023. Ribadeo – Mondoñedo – O Vilar . 

Etapa 21ª, sábado 25. Ribadeo – Gondan - San Xusto de Cabarcos. 






Todavía no se había levantado el gallo, cuando salíamos de casa con los ojos a medio abrir con dirección a la ría de Eo, el límite natural entre el Principado de Asturias y Galicia. Como de costumbre, nuestros ángeles custodios de la carretera, Genaro y Marcos, nos esperaban puntuales en la Plaza Santo Domingo para dejarnos en el buen camino. Después de tres horas y media de cabezadas y una parada técnica en carretera, los peregrinos, (ochenta para más señas), llegamos al mismo destino que se había finalizado el pasado año. Sí, el ánimo no nos faltaba, despertábamos y retomábamos el Camino Norte que tan buen sabor de boca nos había dejado. Atrás, quedaban los seductores paisajes de la costa. Evidentemente, ya todo quedaba muy lejos: la foto en la basílica de Nuestra Señora de Begoña, los plácidos recorridos en el viejo y nuevo Bilbao, Santander y su magnífica playa del Sardinero, la señorial Santillana del Mar o la ilustre Comillas, Ribadesella con su sidra, las relucientes casas indianas y, un largo etcétera de fotogramas que vivirán por mucho tiempo en nuestras retinas. Ahora, dejamos la costa, nos adentramos a las tierras altas gallegas, a los castros celtas, al Lugo profundo, a montes ondulados de suaves praderas. Vamos, al mismo lugar donde se detiene el tiempo y se extienden estas vecindades tan peculiares; como la lluvia, que se dilata cansina a causa de los usuales frentes atlánticos, dando vida a diversidad de flores, pastos, bosques y ríos tranquilos.

Llegamos a la estación de autobuses a las 9:30 h. De inmediato, nos organizamos para marchar sobre la etapa, unos la completa, otros, el primer tramo o el segundo. La idea era hacer entre Ribadeo y Gondán, pero finalmente por logística iremos hasta San Xusto de Cabarcos, (+1’8 km de IVA) y poder alcanzar así, el bar La Curva, el alto y fonda para todos. 




Atravesamos el centro urbano de Ribadeo, a esta hora casi dormido y con la idea de poder sellar en algún bar la credencial de peregrino. Caminamos a buen paso, siempre de espaldas al mar, hacia el suroeste, por la Vía Láctea Compostelana. Nos espera el Apóstol Santiago. Pronto, vamos ganando altitud bordeando el monte de Santa Cruz y teniendo a la izquierda la ría. Seguimos por sinuosos caminos asfaltados, con poca población y una vista rociada de ganado pactando y algunas selvas de eucaliptos





Sin dejar de ver hórreos con dos pilares de piedra caliza, típicos de estos contornos, llegamos a la ermita del Carmen en la aldea de Vilela, y un poco más arriba, A Pena. Está nublado y sin viento. Continuamos hacia el alto y nos topamos con el empalme y la pedanía de O Vilar, cerca del hostal Casa Domingo, donde algunos hacemos una pausa. Al marchar, saludamos a un grupo recién venido de jóvenes amazonas y jinetes, amigos del caballo, ya que aquí, los equinos en tiempos eran esenciales para moverse por los cerros y las merindades.








 Proseguimos por el arcén y pasamos por la parroquia de San Vicente de Covelas y descender a la aldea de A Ponte de Arante, final del primer tramo. Más adelante, el paisaje se nos abre y aparece un precioso valle que besa primero a Vilamartín Pequeño y a continuación, Vilamartín Grande, situado en un alto. Llegamos junto a la capilla del Carmen y seguimos hasta Gondán, pueblecito de casas diseminadas, donde hay un albergue que está cerrado por estas fechas.




El camino continúa en franco descenso por la misma carreterita por la que llegamos. Avanzamos por un territorio fluctuante, con bellas vistas al verde valle de Cabarcos dejando paso a otro albergue municipal también sin servicio, pero que nos lleva directos al bar A Curva, donde damos merecida cuenta de una gustosa cerveza y un bocadillo copioso. Hemos terminado la etapa y el grupo se vuelve a reencontrar.





A la hora indicada y con una foto de familia, se concluye la etapa para que los autocares nos lleven al hotel Voar en Ribadeo, donde nos cambiamos. La tarde es propicia para salir y conocer la ciudad. Y ¿cómo no?, había que probar el famoso pulpo regado con buen Ribeiro en unas “cuncas”, lo típico de la tierra. La lluvia acechaba y había que volver antes de las nueve, dado que teníamos la cena mancomunada, pero, no sin antes, sufrir un inesperado aguacero que mojaría a más de uno, sin piedad.



La cena calentó el estómago, repuso fuerzas y completó el día. Llegaba la hora de irse rápido a la cama ya que el gobierno nos quitaba una hora en nuestra agenda. Sin pensar mal, había que tener cuidado con “los idus de marzo” o “las meigas”, que todo lo trastoca en estas latitudes.

Texto : Pedro Antonio García Cordero.

Fotografías : Juanjo Robles, Pedro Antonio García, Ramiro Martínez y Jomardi





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