viernes, 22 de febrero de 2013

VIENE HOMBRE DE LAS NIEVES…Y CON ÉL LA MUJER VIENE

Eso comentaba el pueblo
de la mítica Cistierna
al vernos allí llegar
con nieve hasta las orejas.
orejas es un decir,
pero la nieve nos llega
casi, casi hasta el ombligo,
casi, casi hasta las cejas
en matinal recorrido
por los montes y las sierras.


                *   *   *


 
Salimos donde dejamos
lo mejor de nuestras señas:
enfrente del Monasterio,
todo nieve y todo piedra.
Salimos con combustible
"tomao" con delicadeza.
Como era autoservicio,
la gente no tiene queja:
pos dos euritos, señores,
fue bien surtida la muestra.
Buen café y un buen bizcocho
es lo que la gente encuentra,
y una copita de orujo,
orujo de finas hierbas,
para iniciar animosos
nuestra inmediata carrera.
Y algunos se nos quejaban
de que era escasa la oferta.
Seguro que fueron esos
que el alpiste se metieran
(alpiste de buen orujo)
sin enfado y sin protestas.
¡Qué facilidad ORAL
tienen algunos, qué pena!
Y cuando se dice oral
no es de palabra, es de esa
boquita que Dios les dio
para expresar siempre quejas.
Mas…¡qué le vamos a hacer!
de todo tiene que haber
entre tanta gente buena.
Y pertrechados de todo,
iniciamos la experiencia.
Nunca anduvimos nosotros
sobre blancura tan nívea.
Pocas veces la blancura
acogía nuestras huellas
con tanta fraternidad,
con tanta delicadeza.
Una mancha de color
forma  una humana cadena
por aquellas montañitas
que casi a las nubes llegan.
Fotos que hicieron algunos
con máquinas siempre prestas
serpiente multicolor
reflejan por la ladera,
aunque más que una serpiente
éramos más bien…culebra.
Culebra que, afanosa,
por la falda blanca gatea.
Todo el mundo mira y mira
pero…¿hay alguien que vea
algo más que ese sendero
que han dibujado esas huellas
de aquellos que nos preceden
conformando la cabeza?
Habrá que reconocer
el esfuerzo que eso cuesta:
esos que abren el camino
hombres grandes,  recios eran;
que en la hondura de la nieve
no es fácil dejar la huella.
A lo mejor son los mismos
que la etapa antes hicieran
para que los peregrinos
dificultades no hubieran.
Y de ese grupo, el buen BUZZI
siempre va en la cabecera.
Pero en ese viaje previo
de esta etapa santiaguera,
Santiago no le ayudó
y una costilla al caerse
rompió de mala manera.
Mala pata no tuviste,
amigo Buci, en la senda
que mala fue tu costilla
costilla muy puñetera.
En fin, todos deseamos
que la lesión leve sea
y que pronto disfrutemos
de tu compañía señera.





                *   *   *
                       
                  
Sobresaliendo del blanco
fulgurante de la estepa
árboles solos nos miran
próximos a la vereda.
Árboles secos, huesudos
que hacia el cielo allí nos muestran
sus ramas frías, huesudas,
esas ramas casi yertas
que buscan desesperadas
indicios de primavera.
Sólo el verde invariable
de encinas y pinos llevan
una  vida de color
que a la nieve complementa.
Porque las hayas y robles
aún no se desperezan:
algunas hojas marrones
inmutables aún conservan.
Y las zarzas de gavanzas
de nieve casi cubiertas,
de refugio a criaturas
montaraces se presentan.
Ni siquiera los piornos
logran levantar cabeza
en aquellas soledades
de tan intensa belleza


                *   *   *

Una vez que ya llegamos
a la urbanita Cistieran,
poco quedaba que hacer,
pero importante ello era:
comernos allí el bocata
o un menú  de aquella tierra.
Engullido ya el condumio
y alguna visita hecha,
hacia casita volvimos
con más alegría que pena.

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Texto:Nicolás Miñambres                                                            Fotografía: Marta Román

1 comentario:

Maribel Borrego dijo...

Enhorabuena Nicolas. Me encantan tus "ripios", bonitos, reales y en este caso ¡hasta con mensaje!
Gracias por compartirlos con todos nosotros.