Pequeña crónica del
primer tramo, desde Sahagún hasta Bercianos del Real Camino (11 km).
Texto: Manuel
Rodríguez Pascual
Eran
las 9,30 horas de la mañana del domingo 21 de octubre, cuando el primer grupo
de limpieza de once personas capitaneados por Nabor, descendíamos del bus en
Sahagún, justo al lado del Convento de las Madres Benedictinas y del arco que
daba acceso al poderoso Monasterio de San Benito. Sin demora, traspasamos el
puente medieval sobre el río Cea, desde el que se contemplan las amplias
choperas, ahora teñidas de amarillo, y donde algunos autores –con mucha
imaginación- han querido ver las “lanzas floridas del ejército de Carlomagno”.
Enseguida comenzamos a limpiar este tramo del Camino Francés que va paralelo a
la carretera, que estaba bastante sucio, más por botellones y otras fiestas de
los locales, que por desperdicios de los caminantes. No habíamos andado un
kilometro y ya teníamos un saco lleno; afortunadamente había un contenedor
próximo.
Con
buena temperatura y un agradable sol mañanero que nos acaricia, pronto llegamos
a la bifurcación, sin ninguna señalización adecuada para el peregrino, de
Calzada del Coto, por donde se desvía la calzada romana o Vía Trajana. Seguimos
recto, cruzamos una glorieta bastante peligrosa que da salida a la autovía y,
donde se inicia el andadero del Camino Francés, nos quedamos perplejos por la
gran cantidad de envases dispersos y bolsas de plástico que han dejado los
peregrinos atadas a un mástil hierro. En un lugar estratégico del camino como
éste, a nadie se le ha ocurrido poner un contenedor. Llenamos dos sacos grandes
que Nabor se encarga de llevar al hombro en dos viajes hasta el contenedor más
próximo (a unos 500 m), que se encuentra a la entrada de Calzada del Coto.
Continuamos
por un andadero muy agradable, con árboles que dan algo de variedad al paisaje
y que lleva aparejado un camino rural asfaltado, en el que la basura va
disminuyendo rápidamente a medida que nos alejamos de los núcleos de población
o de las carreteras. Pasamos por debajo de un viaducto del AVE y sin prisas,
pronto alcanzamos la Ermita de Perales, un oasis para el peregrino, con sombra
y agua donde descansar; y que además cuenta con un contenedor donde podemos dejar
la basura que hemos recogido en esta parte del camino. Dejamos a nuestra
derecha la granja San Esteban y un arroyo, en cuyo margen está la cruz –rota y
en el suelo- en memoria de un peregrino alemán que falleció en este lugar.
Apenas queda un kilómetro para Bercianos del Real Camino y ya divisamos en el
horizonte, la torre metálica de su nueva iglesia, que sustituyó a otra, alta y
maciza que se desmoronó hace unos años, que constituía un icono de esta parte
del camino.
Cuando
llegamos a Bercianos del Real Camino, cerca de la una de la tarde, la gente
salía en corrillos de la misa en la Ermita de San Roque. Como nos daba tiempo,
decidimos hacer una visita rápida al albergue de peregrinos, un gran caserón
que fue Casa Rectoral, donde fuimos recibidos por dos agradables hospitaleras
(una italiana y otra canadiense) que realizan una encomiable labor anónima, y
que amablemente nos enseñaron las dependencias y sellaron la credencial.
A
la hora pactada, el autocar nos recoge y lleva hasta El Burgo Ranero, donde nos
juntamos con el otro grupo de limpieza que había realizado el camino desde Bercianos
hasta El Burgo. Posteriormente, un grupo de 18 esforzados caminantes, nos
juntamos para comer de “menú” en el restaurante Piedras Blancas, enfrente del
albergue, y realizar una amplia sobremesa.
Antes
de marchar, y para ayudar a hacer la digestión, recorremos la espléndida calle
Mayor, donde aún predominan las casas de barro, y por la que han pasado multitud
de peregrinos durante siglos. Y al final de la misma, contemplamos la laguna
Manzana, refugio de aves, donde los rebaños trashumantes camino de Extremadura se
cruzaban con los peregrinos.
Un
día espléndido para andar, un poco de ejercicio saludable, doblando el cuerpo para
recoger papeles y botellas, una comida agradable entre buenos amigos y, encima,
aún nos queda tiempo libre en la tarde para poder asistir a un extraordinario
partido de balonmano entre el Ademar y el poderoso Flensburg alemán, que acabaría
en tablas. ¿Se puede pedir más, según están los tiempos?
Crónica del segundo tramo tramo, desde Calzada del Coto a Calzadilla de los Hermanilos (11 km).
Texto y fotografía: Angel Herranz
Hola peregrinos!
Muchas crónicas de eventos
comienzan ”Hera de noche y sin embargo llovía”, no es el caso de la nuestra, si
es cierto que era aun de noche pero no llovía, Nabor, como desde hace años
estaba custodiando la puesta de entrada al autobús de la empresa FRANCO
conversando con el conductor.
Una vez acomodados los
limpiagrinos o recogegrinos partimos hacia Sahagún, a la llegada descargamos el
primer grupo y los otros dos partimos, el nuestro, para Calzada del Coto,
comenzamos la limpieza del tramo Calzada del Coto a Calzadilla de los
Hermanillos, naturalmente intentamos consumir en el bar del pueblo y al
encontrarlo cerrado tuvimos que conformarnos con confraternizar con una
peregrina alemana.
El punto álgido de la
productividad del grupo fe el kilometro de salida del pueblo, un saco grande
lleno de basura, que un amable empleado del Ayuntamiento se ofreció a
transportar al contenedor del pueblo, fotos y gracias.
El camino en adelante sin
apenas basura unas cuantas bosas pequeñas, llegados a la fuente y apacible
descansadero, risas o fotos en posición de limpiagrinos competentes.
Por fin avistamos Calzadilla de los Hermanillos, la jornada con un tiempo esplendido y la camaradería como siempre, pocos o muchos los peregrinos y peregrinas de León caminamos “bien avenidos”.
Llegada al pueblo visita al
albergue recibimiento e invitación por el Sr. Alcalde y comida, bebida y paseo
para conocer el lugar, foto de grupo que curiosamente aumentó con varios
peregrinos que pernoctaban en el albergue, a las cinco en punto de la tarde, o
cerca, volvimos para la ciudad cantando interiormente nuestra canción “Es León
un cruce de caminos, es emblema de rutas jacobeas, con amor acoge al
peregrino………….” .
León día del señor del año de
gracia de dos mil doce
Crónica del tercer
tramo tramo, desde Bercianos del Real Camino hasta El Burgo Ranero (7 km).
Texto y fotografía: Marta
Román Valdés
Después de dejar a los dos grupos de compañeros para limpiar los tramos de Sahagún- Bercianos del Real Camino y Calzada del Coto- Calzadilla de los Hermanillos, el autobús nos acerca al último grupo a la localidad de Bercianos del Real Camino. Al frente del equipo de 15 socios se sitúa Jose Buzzi.
Antes de comenzar la limpieza, decidimos tomar un café, ya que la mañana se presenta otoñal. Descubrimos un nuevo punto de encuentro de peregrinos: “Casa del Peregrino”, Es un lugar acogedor, donde el hombre que nos atiende nos explica su intención de convertir unas viejas construcciones en un Albergue para peregrinos. Es interesante ver como peregrinos de otros países deciden establecerse en el Camino y potenciarlo.
Después
de tomar el café y un pequeño almuerzo, Buzzi reparte las bolsas para ir
recogiendo la basura. Pasamos por delante del Albergue, donde dos hospitaleras (una Italiana y una canadiense)
nos saludan desde el balcón e intercambiamos con ellas impresiones. Antes de
abandonar el pueblo ya empezamos a recoger objetos, lo que nos lleva a
reafirmar, que son las cercanías a los pueblos los lugares mas descuidados.
De forma tranquila, vamos alejándonos de Bercianos por un andadero junto a la carretera comarcal que une las dos localidades. En nuestra salida hemos coincidido con varios peregrinos, que se sorprenden por la actividad que realizamos, a la vez que agradecen que nos preocupemos por el mantenimiento del Camino.
La
mañana está soleada, aunque el fresco nos acompaña. Al llegar al Área de
Peregrinos de Bercianos, a unos 2 km del pueblo, ya dejamos una bolsa grande
llena de lo recogido en este primer tramo. A lo largo de los otros cinco kilómetros,
iremos dejando otras tres bolsas, para ser recogidas posteriormente.
Llegamos
al Burgo Ranero. Después de posar para la posteridad con parte del resultado de
nuestro trabajo, Baudilio nos invita a degustar un trozo de chorizo en el
parque.
Posteriormente, parte del grupo se encamina al Albergue del Burgo para
visitarlo y sellar la credencial. Como aún es pronto para comer, nos da tiempo
a visitar los dos restaurantes abiertos y tomar unas cañas.
En uno de estos
bares, vuelvo a darme cuenta de la forma de tratar a los peregrinos, que se
suponen clientes seguros. Si por algo nos caracterizamos en León, es por
nuestras tapas. Pero viajando como peregrina, he visto con desagrado, que
muchos de los bares por los que discurre el camino en esta provincia, ignoran
al peregrino a la hora de ofrecerle una tapa, en diferencia a los lugareños a
los que se la ponen como siempre. Es una pena ver como se aprovechan del
peregrino, sin pensar que mañana puede ser un turista agradecido que vuelva a
recorrer estos lugares.
Afortunadamente,
no es este el caso de la mayoría de los negocios hosteleros. Desde aquí nuestro
agradecimiento al Restaurante “Piedras Blancas” por permitir a varios de
nuestros peregrinos comer en su interior y por la buena comida y atención a
aquellos que decidieron degustar un menú caliente.
A
la hora que se había fijado, el autobús nos recogió para volver a León. Una
interesante jornada.
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