Hacer esta etapa era una asignatura pendiente. Cuando empezamos a
investigar el “Viejo Camino de Santiago” los amigos de la Asociación
Pulchra Leonina fuimos a Guardo y por Cegoñal llegamos a Puente Almuhey.
Los miembros de la Asociación de Vizcaya marcaron la ruta por Valcuende
y aunque ambos me pillaron de novato, releyendo el Documento que narra
la peregrinación de la reina Leodegundia en el año 902, que recoge el
libro del “Vexu Kamin” de Julián González Prieto, que nos ha servido de
guía para marcar la antigua ruta medieval, llegué a la conclusión de que
el recorrido histórico de los magnates navarros pasó a los pueblos de
nuestra provincia de León por más arriba, tal como allí se indica:
“Y descansaron en el monasterio de San Román de Entrepeñas y mas cerca otro pueblo con muchas aguas que curan y llaman Velilla".
Así que nos dirigimos a Velilla para desde allí rastrear el Viejo Camino siguiendo las pistas que nos da el libro:
"Pasando
junto a una loma que llaman Morra de Santiago y la ermita de nuestro
patrón y más abajo el monasterio, me dijeron haber visto los aluches por
unos prados. Estaban en el corro, todos con madreñas, los de Morgovejo y
Prioro y dentro del corro los mozos de ambos pueblos agarrados trataban
de tirarse y pudo uno de Morgovejo que no cayó. Dieron convite a los
perdidos y sus gentes y me dijeron que mientras duró unos se bañaron en
las aguas que manan por allí. Y llegaron a Puente Almuhey donde se cuida
a los peregrinos".
De aquí se deduce que de
Velilla vienen a Caminayo, por una amplia vía por el monte, que
actualmente se llama "de las minas" porque por ella iban los mineros a
su trabajo, hasta las de Velilla.
Por esas casualidades del
destino, que tanta gente dice que no son casualidades sino destino puro y
suave, fuimos acompañados de un guía de excepción, Zosi el presidente
del pueblo de Caminayo, pueblo, que por su proximidad con la Morra de
Santiago marcará nuestro siguiente punto en el Viejo Camino.
En
Velilla del Río Carrión hicimos la foto de rigor junto al puente
medieval construido sobre otro romano del que se conserva un solo arco,
los otros dos se los llevó una riada en 1912.
No visitamos las
fuentes Tamáricas que ya cita Plinio el Viejo y que se vienen situando
tradicionalmente en La Fuente Reana, posiblemente una corrupción de
“Romana” ¿la razón? Es de mal agüero intentar visitarlas cuando no corre
el agua como le sucedió al legado Larcio Licinio que después de su
pretura fue a verlas cuando no corría el agua y murió a los siete días.
Aunque muchas personas las visitan cada día sin que las pase nada y si
no vas a mirarlas jamás sabrás cuando tienen agua.
La
fuente también puedes verla en internet, tiene tres arcos de piedra y
seguro que a los antiguos cántabros les impresionaba el ruido
subterráneo para empezar a manar. Después, al perder presión el sifón se
seca casi instantáneamente. Al ser un lugar de culto fue cristianizado
con una ermita, la de San Juan de las fuentes divinas, siguiendo la
tradición de relacionar el agua con San Juan Bautista.
Pero ¿por dónde siguieron su camino los peregrinos de nuestra historia? Volviendo al “Vexu Kamin” de Don Julián González:
“Pasaron junto al lugar que llaman Morra de Santiago y la ermita de nuestro patrón y mas abajo el monasterio”
El lugar de
la Morra y el Hoyo de Santiago existen como topónimos, próximos al pueblecito de
Caminayo, así que allí dirigiremos nuestros pasos y los símbolos jacobeos nos lo atestiguan desde la iglesia.
La
senda va cogiendo altura suavemente y es amplia. ¿sería en tiempos una
calzada romana? Nuestros peregrinos medievales dicen que iban "siempre
por senda romana" y ya nos había advertido el padre Martíno que durante
las guerras cántabras los romanos construyeron multitud de calzadas de
conquista por las montañas, para desde lo alto hostigar a los
montañeses, hasta rendirles...sería como lo que salvando las distancias
llamamos cazar al hojeo.
Nos
desviamos para subir a lo alto de la Collada, llamada Torre Magalana,
donde se encuentra el Hito, o Fito nombrado cariñosamente Tío Pinao.
Desde
aquí se ven todas las bajadas de la Vía, hacia Valderrueda, a
Morgovejo, a Caminayo... Se ven las explotaciones mineras, hoy fuera de
uso.
Al fondo Velilla, la térmica, Guardo...
También teníamos una magnífica panorámica sobre todas las montañas alrededor, desde Espigüete, Las Pintas, PeñaCorada...
Sobre aquella montaña se divisaba un río fósil, según nos indicó Zosi.
Contemplábamos
los montes tapizados de robles y hayas... Era maravilloso, con el valor
añadido de que en esta época del año tuvimos ocasión de escuchar la
“Berrea” de los animales en celo.
Caminayo es
el pueblo donde como antes dijimos viven Zosi y su familia que nos
acogieron con esa cordialidad que saben hacer las gentes de la montaña,
nos enseñaron la iglesia con su pila bautismal que se trajo de Santa
María de Mental, una casería que en lo civil pertenece a Prioro y en lo
eclesiástico a Caminayo. También posamos en el arco románico de la
iglesia.
Estamos también en deuda con
D. Matías Diez Alonso por su libro
“Las cabeceras del Cea”
pues no nos cansamos de estudiar su copiosa información. Explica Don
Matías de dónde procede el nombre de Caminayo, si procede de Kaminia,
significa horno para hacer leña, pero también puede derivar de un camino
difícil. Finalmente la acepción que más nos gustó fue la que procede de
las Caminae, las ninfas romanas de agua, que a buen seguro habitan en
las cuevas, que hay aquí y que la leyenda cuenta que están esperando ser
rescatadas por algún mozo del lugar en la noche de San Juan.
Nuestros
pasos se detuvieron frente a una de las alcantarillas del pueblo, que
ostenta la concha santiaguera que señaliza el Camino Jacobeo.
Pero
lo que más nos impresionó fue la copa concejil que aún se conserva, que
lleva la inscripción “Soy de la billa de Caminayo año 1726” todo un
honor pues por ella bebían antiguamente los regidores y los de estado
noble, mientras los del estado general lo hacían por un cuerno de toro,
que no se conserva. Quedan algunas copas concejiles más en la provincia,
pero ninguna tan bonita y cuidada como esta.
En
Caminayo se conservan las tradiciones, pues llevábamos la referencia de
preguntar por Felipe, que nos informaría de todo y allí encontramos a
toda su familia dispuesta a ayudarnos. Zosi nos habló de una cueva que
en realidad era una mina que atravesaba la montaña por debajo sin tener
que subir a la cresta como lo hicimos nosotros, de la cuevona donde
están las janas con sus tesoros... aunque el verdadero tesoro es la
amistad que nos brindan estas gentes.
Begoña nos llevó
hasta la casa de Jesús y con su familia hablamos de caminos, fósiles,
topónimos, leyendas y de la historia del cura de Besande, fusilado
cuando la francesada.
Nos hubiera gustado seguir más
tiempo con nuestros amigos, pero el día sigue y los peregrinos tendremos
que seguir hasta el siguiente pueblo, eso sí ya no tenemos que hacerlo
como indican nuestros viejos pergaminos:
“Los
muchos peregrinos que vienen por los montes dijeron que iban muy juntos
por los lobos y los osos que atacan a los que van solos”
porque íbamos protegidos por Roy el perro de Zosi que también tuvo la deferencia de acompañarnos en todo el trayecto.
El siguiente pueblo con el que nos encontramos es
Morgovejo pero
antes a nuestra izquierda aún se conserva el topónimo de Thorales donde
hubo un monasterio, creemos que es este al que se refiere el documento
de Leodegundia que hemos citado más arriba.
Morgovejo tuvo
preceptoría donde se educaron militares, juristas, médicos y
seminaristas. De nuevo leyendo a Don Matías nos enteramos que “Morgo” es
piedra dura y “Veio” blanco o brillante y efectivamente así son sus
montañas, refulgiendo al sol. No lejos de aquí hubo un castro celta con
fundición de hierro y los restos de un castillo medieval, el de Peñafiel
hoy Valdecastillo.
En
Morgovejo charlamos con Delfina y su marido, que nos orientaron hacia
el puente de Villaescusa y con Pepe, que nos dio cuenta de varias
personas del pueblo que estarían encantadas de charlar con nosotros
sobre la historia del lugar. En la plaza de la iglesia estuvimos con
dos mujeres y una de ellas, Mercedes nos recitó : Por haber crecido
tanto/ te llaman castillo viejo/ si llegas a crecer más/ la torre de
Morgovejo.
Efectivamente aún se conserva un rumboso torreón para subir al campanario de la Iglesia.
La
Iglesia no pudimos admirarla por encontrarse cerrada a cal y canto
¡Otra vez será! Sabemos de sus magníficos retablos por los libros de
arte. De hecho aquí deberíais admirar la foto del Beato Juan de Prado
natural de este lugar, martirizado por el sultán de Marruecos cuando se
encontraba allí de embajador. Mercedes sentía que su breviario esté en
Liegos y muy celosamente lo acompañan los vecinos si viene al pueblo en
alguna ocasión.
Desviamos nuestra ruta para visitar el
puente de Villescusa donde existió un poblado entre Morgovejo y Las
Conjas, enclave geológico de espectacular belleza y posiblemente fuera
lugar obligado de paso antiguamente.
Por
este puente don Manuel Rabanal hace pasar la calzada romana al Pando.
En este entorno se bañarían los peregrinos del cortejo de Leodegundia
pues así dice el Documento:
“(aluches)
... y pudo uno de Morgovejo que no cayó. Dieron convite a los perdidos y
sus gentes y me dijeron que mientras duró unos se bañaron en las aguas
que manan por allí"
Cerca se encuentra el balneario,
uno de los más importantes de la provincia de León, imaginando a las
gentes de la “belle epoque” aunque ya se conocía en la época de las
thermae publicas de los romanos. Hoy su soledad impresiona.
El Camino sigue a
Valderrueda, donde admiramos su emplazamiento escalonado en la montaña aprovechando el sol.
La
iglesia conserva el portalón en el que se acogía los peregrinos en
aquellos tiempos medievales, en los que eran llamados “los santos” por
haber renunciado a su casa y bienes, para caminar pobremente en busca
del Apóstol, intercesor ante Dios, que le prestaría ayuda en sus
necesidades. Nos gustó la casa rectoral junto a la iglesia, con cubos
amurallados y fuertes paredes de piedra y a la entrada el escudo de los
Valbuena.
El pueblo tiene tres barrios: las viñas, el de abajo y la vega. Cerca del puente de entrada se encuentra el
Santuario de la Virgen de la Vega,
pero el tiempo se nos echa encima... así que caminamos sin más paradas
hasta Puentealmuhey, donde dice el relato que acogían a los peregrinos.
La siguiente etapa va por el valle del Tuéjar siguiendo los pasos de Leodegundia que encontramos en el Documento:
"Llegaron
a Puentealmuey donde se cuida a los pergrinos. Caminaron por San Martín
y las Fuentes a la vera de Peña Corada hasta el río Esla que por
Mercadillo pasaron"
Podéis encontrar el relato de las etapas del Viejo Camino de Santiago pinchando en este enlace de
nuestra
Guía del Viejo Camino de Santiago por la Montaña de León.
Podéis ver el reportaje fotográfico de esta etapa
pinchando aquí.
Foto y Texto de Rafael Cid y Rosa Fadón