Viernes 24:
Antes del desayuno,
asistimos a Laudes y la despedida fue
muy emotiva por el calor que se nos había ofrecido.
Nuestro capitán de barco nos traslado a Carnac, que es como
volver al pasado, pues retrocedemos 6000 años, para ver alineamientos de
megalitos, menhires y dolmenes.
Después de comer, en un “restaurante improvisado” en Carnac, nos trasladamos hasta La
Presqu´ile de Quiberón, para caminar 11 Km. hasta la Point
du Conguel.
Este recorrido es el más bonito de la costa de Bretaña
donde los acantilados son espectaculares y el mar hace formaciones parecidas a
la Playa de las Catedrales, de Lugo.
Un recorrido en el que hinchamos
los pulmones y el olor a mar te acompaña, durante todo el recorrido.
Cena y posterior tertulia en una
cafetería, a la orilla del mar, entremezclándolos con los “vecinos” de la zona.
Sábado 25:
Desayunamos y partimos hacia Port
Navalo. Una localidad a la que llegamos después de un corto recorrido y
que ampliamos para dar toda una vuelta a esta localidad que tiene un puerto
deportivo espectacular que nos hace decir "tanto
dinero en el agua y no lo podemos coger".
Comida en la playa, en el puerto,
en las rocas...
Veíamos al fondo otras localidades
que forman este golfo, el Golfo de Morbihan, y por la tarde nos
dirigimos hacia allí, para visitar Locmariaquer
y caminar hasta Pointe Kerpenhir.
Estamos en la Bretaña profunda, en cualquier rincón puede aparecer Merlín o Sir Galahad.
El contraste fue total, pues
es un mar en calma y los acantilados parecen desaparecer. Desde este lugar veíamos
Port Navalo pero de una orilla a otra del golfo, había 30 Km.
Regresamos a St Pierre de
Quiberon. Previamente a la cena, realizamos la consabida foto de “grupo” y a la
mesa.
Cena, regalos y agradecimiento
por parte del grupo a Luis y Maribel, paseo por la costa, café, infusiones,
helados “gigantes”, puesta de sol maravillosa y a una hora “prudente” regreso
para preparar el equipaje y a dormir.
Domingo 26 de mayo:
Creo que al despertar nos dimos
cuenta que este sueño tan maravilloso había tocado a su fin, así que embarcamos
y con gran nostalgia, pero también satisfechos y alegres por lo vivido en esta
estupenda semana, iniciamos el regreso a casa.
El viaje no se nos hizo largo y
de la misma manera que partimos con lluvia, regresamos con ella.
Ahora nos preparamos para
afrontar otro camino, el del día a día, pero con la ilusión y el deseo de
realizar otra ruta para el próximo año.
¡Buen
Camino Peregrinos!