21ª Historias y Leyendas El Viejo Camino de Santiago en la provincia de León.
Rosa Fadón y Rafael Cid
ValleGordo, testigo de Roma, con mil nombres cargados de leyendas.
Los peregrinos del Viejo Camino de Santiago a la llegada a Barrio de la Puente hacemos el resumen de cuanto nos han contado, en nuestro cuaderno de bitácora.
Dicen que la fuente “La Reirixia” que mana entre Marzán y Barrio dio su caudal a las explotaciones auríferas romanas en los “Cousos” y las “Fornias”.
En las consejas que cuentan las viejas junto al fuego, en las veladas del filandón, se entera uno de muchas cosas. Yo me acuerdo de los que yo viví en Valseco del Sil, un pueblo que Sánchez Badiola incluye entre los que pertenecen a los Concejos de Omaña. (Citemos también como integrantes de Omaña, los lugares del concejo de los Cilleros, entre los cuales Salientes, Valseco y Salentinos se hallan en la cuenca del Sil” (Sánchez Badiola, 1991, 46-47). Al final del día, después de ordeñar, era cuando los vecinos nos reuníamos en casa de alguno, que o tenía más posibles y por ello mayor calor en la cocina, un casete donde sonaba la música de rancheras, boleros y pasodobles y a menudo rodaba de mano en mano algo de beber o más humor, para dar cabida en su casa a los que quisiéramos pasar un buen rato de chistes y charla! Allí se departía de historias recientes y sobre todo antiguas y por doquier surgían preguntas.
Hablábamos que en las cercanías de Barrio de la Puente existía una mina de oro de la que aún se aprecian restos, canalizaciones por las que corría el agua que servía para lavar el mineral, desde los montes de Fasgar y Vegapujín. Comentaban: ¡El canal aurífero viene desde Peña Cefera hasta el lugar denominado Las Pozas!
Y aquel nombre de las pozas, pozos, pozo de los griegos, nos llevaba a la Leyenda de la Griega. Tema que se encuentra en varios puntos de nuestra provincia siempre relacionada con la ingeniería romana para los trabajos del oro.
Los tesoros de Roma se encuentran encantados en marmitas bajo tierra, en la gallina de los huevos de oro, en la bolera de bolas de oro, en el Vellocino de Oro...
En la penumbra de la cocina el relato adquiría tintes mágicos. La Griega es una mujer fuerte, altaricona, que va hilando una madeja de oro. Coloca la rueca sobre la cintura sujetándola en la cinta del mandil y va gritando altanera: “¡Quiera Dios o no quiera ha de moler el molino de la griega!”. También en el filandón solía estar alguna abuela, a la que vi hilar con el copo atado al palo sujeto en la cinturilla del mandil, siempre de cuadrines blancos y negros, pero jamás se hubieran atrevido a encararse con el Creador. La Griega pisando el monte con sus madreñas, va haciendo camino por donde mana el agua y con la punta de su mandil la remansa. Esta imagen de mujer desproporcionada e irreverente, con el oro en sus manos, es el símbolo de lo que impresionó a los primeros habitantes de estas montañas cuando fueron testigos de la formación de canales por los ingenieros, quizá griegos, pues el imperio romano traía los mejores técnicos que en él se encontraran. Hacían zanjas, agujereaban montañas, formaban canales, conducían el agua a lo largo de kilómetros, hasta donde se les antojara. Era una violación de la madre tierra, un ultraje a la naturaleza ¿Cómo lo iba a consentir Dios? Pero las obras proseguían y conseguían arrancar a la montaña lo que venían buscando. Entre atónitos o asustados los testigos de esta transformación crearon el símbolo que pervive como leyenda en la memoria colectiva.
¿Y que hay de los pozos, para qué sirven, tienen su leyenda?
Los pozos son respiraderos del Canal y se encuentran todo a lo largo de la geografía minera romana. Hay incluso pueblos que llevan ese nombre, pues fueron asentamientos encargados de supervisarlos. Los más famosos pertenecían al canal que nacía en Santiago de las Villas y venía desde el Cillerón, pues se encontraron en Camposagrado, donde en las inmediaciones de Viñayo os contamos la leyenda del Capitán Colinas y la batalla en la que intercedió Santiago. En estos pozos se escondieron los cristianos y tomaron ventaja a los árabes en la batalla.
Sabemos para qué sirven los pozos porque en el año 1924 fueron excavados por D. Alfredo, vecino de Benllera, que descubrió a doce metros de profundidad la acequia de agua y las pilastras del cuadro que enmarcaba la conducción. También D. Antonio Justel, inspector jefe provincial de educación, atestiguó que los Pozos de Colinas son respiraderos del canal para el lavado aurífero y que la pendiente de deslizamiento del agua era un siete por mil, apropiada para fluir lento, por su propio peso.
En medio del filandón salían tertulianos que atestiguaban haberse metido a investigar pozos aquí y allá. En algunos casos habían descendido con una cuerda muy larga, pero insuficiente para alcanzar el fondo. Otros habían recorrido luego una galería tan oscura que temían que se les acabara la luz y se perdieran. Algunos se habían arrepentido de completar tan magna expedición sin permiso de la esposa, a la que temieron dejar viuda.
¿Las “fornias” también dieron lugar a leyendas?
En torno a las fornias surgían multitud de leyendas. Las fornias eran hornos en los que se hacía calentar a gran temperatura las piedras y minerales que contenían piritas y sulfuros, con ello conseguían aislar el metal, extraer el oro. Pero como esta labor era competencia de la naturaleza, que lo hacía como un parto, tras una transformación lenta de siglos, para no disgustarla al realizar este proceso de forma obligada y rápida, se echaban en el horno unas aves a modo de ofrenda. El metal que se obtenía era considerado como huevos de oro de una supuesta y mágica gallina de oro.
Nuestros compañeros del filandón reflexionaban cabizbajos sobre cuándo se habría matado la gallina de los huevos de oro, cuándo habrían terminado las tareas iniciadas por los romanos y por qué tan enorme riqueza no hay quién siga trabajándola.
Incluso la leyenda del Vellocino de Oro parece ajustarse al mismo simbolismo. Las aguas se dirigen, se practican pozos y galerías, cuando La Griega lo manda se suelta el agua que arruina el monte, la “ruina montium”. Luego se lava el lodo, se extienden retamas y pieles de carnero con la lana recortada para que entre la lana se detenga el polvillo de oro o las pepitas. Este fue el origen del mito del Vellocino de Oro.
Levantamos los ojos de nuestros apuntes, pues la panorámica que ofrece el pueblo es tan bella que nos saca de nuestro ensimismamiento. Grandes montes rodean la población de Barrio de la Puente, cuyas cimas llegan a los 1400 y 1500 m. como el Castrichón y la Cruz de la Sierra al norte, el Cueto del Pinto, Peña la Lanza y el Cuerno al sur, dominados por el pico El Suspirón a 1829 m.
Paseamos para conocer cada rincón. Barrio de la Puente luce un magnífico puente romano de gran arcada de un solo ojo. El pueblo es grande, que tuvo su importancia, porque aquí se cruza la Vía Romana con la que sube a los valles de Babia y Luna, por donde caminaban los ganados de la Trashumancia. Cruza el puente por el barrio de Portugal y dicen que los frailes gallegos, que vinieron aquí de Tuy, llamaban Portugal a todo lo que estuviera al otro lado del puente...
Preguntamos por el pico el Suspirón, famoso entre montañeros y por su refugio de montaña. Entonces nos contaron la leyenda de una pastora, que cuidando sus ovejas fue sorprendida por los lobos, asustada dio un grito, seguido de un suspiro tan fuerte al faltarle el aire, que acobardó a la manada lobuna, por lo que el lugar se llamó en lo sucesivo “El suspirón”. También podéis leerlo en el libro de Florentino A. Diez “La Omaña, donde los montes suspiran”. Nosotros caminantes, peregrinos, debimos de dar un suspirón semejante cuando vimos la silueta del pico recortarse sobre el cielo azul..
Cuando la pastora sorprendida por los lobos dio un grito seguido de un suspiro tan fuerte, acobardó a la manada lobuna.
En Barrio de la Puente está la ermita del Nazareno, la del Sto. Cristo y la parroquia de Sta. María. En la iglesia podemos admirar una hermosa Virgen con Niño y un San Marcos. El Nazareno barroco que preside el retablo de la parroquia nos impresiona con su pelo natural, procede de la ermita de nuestro Padre Jesús Nazareno, ya en triste abandono, que está junto a la iglesia. Sobre la puerta está el escudo del fundador, el cura Juan Rubio Bardón. En realidad no era solamente una ermita sino también una capellanía sufragada por este sacerdote para que los niños del lugar aprendieran a leer y escribir. Las clases se impartían desde la fiesta de S. Lucas hasta primeros de junio, cuando la muchachada quedaba libre para ayudar en las tareas del campo.
Recorrimos cada rincón del pueblo fotografiando muchos detalles y disfrutando de tan hermoso lugar.
Blog de Excursiones de Rafa y Rosi
Blog de Asociación Camino Santiago de León“Pulchra Leonina”
Foto 1: Rafael Cid: Puente romano de Barrio de la Puente.
Foto 2: Rafael Cid: Iglesia y ermita del Sto Cristo.
Foto 3: Rafael Cid: Ermita del Nazareno
Foto 4: Rafael Cid: Escudo del cura Juan Rubio Bardón.