Amigo Luis: Como sabes, ayer hemos viajado al Cebreiro con los Amigos de la Asociación, con idea de hacer una etapa del Camino de Santiago, aunque fuera al revés, yendo del Cebreiro hasta Ferrerías.
Nos hubiera gustado tenerte con nosotros de forma física, porque en el corazón de todos estabas y te mentábamos cada poco, así que te escribo esta carta y ahora más descansados “¡caminemos juntos!”.
Yo recordaba la última vez que pasamos por este mágico lugar, en el mes de enero. Te dejo aquí las fotos para refrescar la memoria.
En esta ocasión el encanto del paisaje se vio reforzado por la niebla (”meona”, que diríamos en León.) que le daba un punto de misterio al conjunto monumental, cruceiro, cementerio, pallozas e iglesia se ofrecían a nuestra mirada como surgidos de otro tiempo.
Entramos en la iglesia y fotografiamos, para que puedas contemplarlo de nuevo como si estuvieras con nosotros, el Cristo románico, que como tú sabes se trata de una copia.
El original se lo han llevado (¿expoliado?) para Madrid, como muchas otras cosas de valor que había en todos estos pueblos.
Pudimos contemplar también el Grial gallego, que se venera en este lugar.
Buzzi nos había contado magistralmente lo que cuenta la leyenda, aprovechando el viaje en autobús, el milagro que tuvo lugar aquí, de la transformación del pan y el vino en cuerpo y sangre visible, para reforzar la fe del celebrante y del único feligrés que asistió aquel crudo día a la misa.
Dicen que la Imagen románica de Santa María la Real, que se encuentra a su derecha inclinó la cabeza para ver mejor el milagro.
Fotografiamos a ese Santiago del altar de la izquierda junto a la cabecera de la tumba del mítico sacerdote Elías Valiña.
¡Cómo nos hubiera gustado que estuvieras aquí, para contarnos su estratagema para promocionar el Camino! Aquello de cuando empezó a pintar el Camino de Santiago en los Pirineos y vinieron dos guardias civiles a preguntar qué hacía. “Estoy preparando una invasión de España” les contestó… Pero esto lo explicas tú mucho mejor que yo.
Nos sentíamos un poco, como los caballeros del rey Arturo en busca del grial, junto a esta emblemática iglesia entre románica y gótica.
Nos veíamos como personajes medievales junto a las pallozas típicas de la zona, en un pueblo con encanto y dejando unas monedas en la tienda de recuerdos.
Como somos también, otro poco peregrinos y nos queda por recorrer aún todo el camino, dejamos el enclave de o Cebreiro en Galicia y tomamos el sendero que nos lleva a Laguna de Castilla, el último pueblo de León.
Cuando llegamos a Laguna de Castilla entramos en el Bar La Escuela para que nos sellaran una postal, que habíamos comprado y también sellado en el Cebreiro para llevar de recuerdo. Sobre todo para nuestros amigos Nani y Antonio, que se estrenaban en el Camino de Santiago, con mucha ilusión.
De Laguna es, según quien nos cuente la leyenda el labriego que subió a oír la misa, otros dicen que de Barjamayor. El monje descreído era un francés de Aurillac que menospreció la fe del pobre labrador y le comunicó sus dudas sobre el milagro de la transustanciación. En las bulas de los Papas Inocencio VIII y Alejandro VI se hace mención al milagro y dicen que junto al altar se encuentran enterrados el fraile y el labriego de la historia.
Desde el camino se contemplaba un amplio paisaje de colores. Las cimas de las montañas azuladas, los valles llenos de pastos verdes, salpicados de copas amarillas de abedules, tonos tostados de robles o de hayas y manchas marrones de los helechos secos.
En la Faba nos cruzamos con un gaiteiro que nos dijo que venía tocando desde Francia, pero yo le ví los zapatos muy limpios.
Aunque ¡nunca se sabe por estas tierras! A lo mejor era el flautista de Hamelin, pero a nosotros nos dio suerte, porque aquí pudimos comprar pan y empanada en la furgoneta de la panadera, que abastece a estos pueblos.
Otros compañeros lo pasaron peor, pues se perdieron en estos parajes y se llevaron un susto que no pasó de ser eso. Son las aventuras para contar después del camino.
Caminé un poco con Nabor que al igual que tú, sabe transmitir la mística de los peregrinos. Él, por ser del Bierzo, conoce muy bien todos los pueblos que se divisaban en la lejanía, entre los montes, pequeñitos como decoración de un Belén.
Anselmo e Ino me contaron multitud de historias y anécdotas de cuando ellos peregrinaron a Compostela.
Antonio y Nani hicieron bonitas fotografías de estos rincones de belleza inigualable y quedaron encantados con la experiencia.
Bajamos resbalando por un camino, “corredoiras” le dicen aquí, que nos dejaba entrever el hermoso paisaje que se desplegaba a nuestro alrededor. Las hojas de los castaños alfombraban el suelo y nos impedían apreciar, que en realidad transitábamos por una calzada romana, perfectamente conservada durante más de 250 metros.
Poco antes de llegar a Herrerías se encuentra casi escondido un pequeño puente medieval con mampostería de pizarra.
Hay otro puente más grande al final del pueblo, recientemente restaurado. Es más conocido y está señalizado como de origen romano.
A la entrada del pueblo nos llamó la atención una casona de aspecto medieval y al preguntar, me dijeron que nos encontrábamos en el barrio del Hospital, que debe su nombre al hospital o albergue de peregrinos que mandó construir la familia Plantagenet. Sí, sí esa del Ricardo Corazón de León.
Bueno amigo, ya sé que estando convaleciente, no se te puede dar la “turra” mucho tiempo y quizá estarás bostezando con esta historia. Será mejor que hagas un descanso mirando las fotos que hicimos.
Comimos las tradicionales castañas asadas a tambor, patatas asadas con aceite y pimentón y magdalenas y tartas y otras exquisiteces elaboradas con harinas de castañas.
Amor trajo la pandereta y las castañuelas y su hijo Gabriel la gaita, como en la inauguración del Albergue de Cabanillas, ¿te acuerdas?.
Nuestro amigo Antonio lució su chorro de voz cantado incluso rancheras, otro socio se le unió para entonar los dúos y los demás llevábamos los coros y los aplausos.
Ayer, antes de partir para Madrid me dejó esta coplilla que compuso en agradecimiento de todos los participantes:
Adiós con el corazón
que de todos despedirme no puedo,
me lo he pasado muy bien
que de todos despedirme no puedo,
me lo he pasado muy bien
recibid un abrazo sincero.
Poco a poco se hizo de noche y volvimos a León fijando en la retina toda la belleza que habíamos visto.
Un día redondo, que me hizo desmayarme, según parece, de satisfacción, ya que después del susto que os propiné en el autobús, no fue nada. Y, como dijo Rosi, ¡¡¡muchas gracias a todos, es una suerte estar entre amigos!!!.
¡Ah! y como te esperamos en la próxima caminata, hasta entonces, recibe un abrazo muy fuerte de todos tus compañeros y amigos.
Rafael Cid