viernes, 21 de diciembre de 2012

De Sarria a Compostela, en el Puente de la Inmaculada.

Aprovechando que tenía unos días de descanso acumulados y el Puente de la Inmaculada marché hasta Galicia para andar unos días por el Camino de Santiago. Os pondré unas fotos de los lugares por donde pasé y paré.
Tomé el tren hasta Sarria, el domingo por la tarde, y llegué sobre las 7 de la tarde. Ya anochecido.

Encontré alojamiento en el albergue Casa Don Alvaro, uno de los pocos que estaban abiertos y me encontré con un ambiente fenomenal. Especialmente un grupo de peregrinos navarros animaron la velada, al calor de la lumbre, hasta pasadas las 12 de la noche.
Empezamos bien el Camino.

El primer día de andadura una etapa corta y bonita. De Sarria a Portomarín. Un trayecto muy bonito y que además tuvimos la suerte de que no lloviera nada.
Las típicas paradas intermedias, en mi caso en Mercado da Serra para desayunar, pues al salir tan temprano de Sarria no encontré nada abierto, a si que en el primer bar abierto parada y fonda.
En estas fechas casi todos los bares, mesones, albergues, etc, están cerrados. A si que si encuentras algo abierto hay que comprar lo necesario pues puedes pasarte horas andando hasta encontrar una tasca abierta.
La fuente de peregrino, y algunos rincones preciosos del Camino convertidos en muladares es lo mas reseñable de la etapa. Una buena parada en Casa Cruceiro, de Ferreiros, y después continuar de una tacada el resto de etapa. Al ser el primer día mejor tomárselo con calma.
Llegué a buena hora a Portomarin y me alojé en el albergue O Mirador, que además es restaurante. Como anochece tan pronto hay que aprovechar las pocas horas de luz para hacer alguna foto.

El martes amaneció cubierto y lloviznando así que hasta las 9 de la mañana no me puse a caminar. Después de dos horas de largas cuestas paré en el bar de Gonzar para tomar algún refresco y comprar unas latas que llevar en la mochila. En las tres horas siguientes no encontré nada abierto.
El paisaje gallego otoñal y misterioso te hace disfrutar intensamente. En Ventas de Narón paré en un merendero para descansar un poco al lado de la ermita.


Al pasar por Airexe encontramos un mesón abierto y casi todos los que íbamos caminando se quedaron a comer. Yo preferí seguir caminando hasta llegar a un albergue abierto.

En Palas de Rei tan solo estaba abierto el albergue de la Xunta de Galicia; pero aún llegué a tiempo para comer en el Mesón da Ulloa, que regenta mi amigo el chef Joan Alcalá Sanchís. Gran gourmet y gran conocedor del Camino de Santiago.
No se si habrá alguna ruta por donde no haya caminado este catalán tan andarín.
Por la noche casi todos los que estábamos en el albergue, unos 20 peregrinos, fuimos a cenar a su mesón.

La etapa siguiente, hasta Arzúa, es larga pero Melide queda a mitad de camino.
Amaneció lluvioso, aunque no una lluvia fuerte y llegando al Polígono Industrial de Melide paró e incluso abrió un poco el cielo.
Entré a conocer la popular pulpería Ezequiel, pero eran las 11 de la mañana y no tenía cuerpo mas que para unas pepsicolas. El polbo galego en otra ocasión.

Después de Melide viene un tramo muy bonito, con el paso por Raído y su puente de piedra sobre el arroyo. Después parada a visitar Santiago de Boente, que siempre está abierto al paso de los peregrinos, y un bar de A Portela para refrescarse un poco.
Aunque llueva o llovizne no por ello deja uno de sudar con la caminata y la mochila a cuestas.

Continuas por carreteras, andaderos, y pistas forestales hasta bajar al albergue de Ribadiso de Baixo, que estaba abierto en estas fechas. Este es uno de los pocos albergues de esta zona gallega del Camino Francés que funciona a base de Hospitaleros Voluntarios.
No paré mas que para hacer alguna foto pues hay que subir unas buenas cuestas y 3 kilómetros largos para llegar hasta Arzúa.

Y poco después de las 3 de la tarde ya estaba en el albergue de la Xunta en Arzúa. Pasamos la tarde charlando y tomando café o cañas en lugares tan populares como la confitería La Esquina. Para cenar elegí el Mesón do Peregrino. Estupendo.
La tarde lluviosa y la noche mas lluviosa aún.

Al día siguiente una buena chupa de agua era lo que nos esperaba. En Pedrouzo-Arca estaba casi todo cerrado, parecía un pueblo fantasma, así que continué y al anochecer ya estaba pidiendo habitación en un popular hostal de Santiago de Compostela. A Tafona do Peregrino. Se come muy bien en este establecimiento.

Aún me dio tiempo, aquella noche, para salir a tomar un chato y cenar algo por la zona del Franco; donde volví a encontrarme con los peregrinos navarros. Pero pronto para la cama que estaba deshecho.

Así pues me quedé dos días en Santiago de Compostela. La misa del peregrino del día de la Inmaculada es algo muy especial, con botafumeiro incluido.

Y después tienes tiempo para hacerte las típicas y tópicas fotos por Compostela y recorrer sus calles; que es una ciudad con un encanto muy especial.


Y nada más. Si tenéis unos días libres tomar la mochila y salir al Camino. Da igual lo que digan, que si el turismo, que si masificación, que si patatín, que si patatán.
Fuera de la temporada turística se anda estupendamente por el Camino en cualquiera de sus rutas y esta zona gallega del Camino Francés siempre tiene algún sitio abierto donde comer y dormir.
Hasta la próxima.
Si queréis ver mas fotos mías podéis pinchar en mi blog: http://caminodelasluciernagas.blogspot.com.es/

2 comentarios:

Rosa Fadón dijo...

Buen relato. Unas fotos estupendas, dulces y luminosas.

Anónimo dijo...

Gracias por tu generosidad y compartir con nosotros esa experiencia tan maravillosa!!.