martes, 16 de junio de 2015

19ª Historias del Viejo Camino de Santiago... Urbicua en Omaña

19ª Historias y Leyendas El Viejo Camino de Santiago en la provincia de León.


Rosa Fadón y Rafael Cid



¿La antigua ciudad romana de Urbicua está en Omaña?




Los peregrinos del Viejo Camino de Santiago bajamos desde Pandorado hasta el río en la Omañuela, conocida en otros tiempos por su coto de pesca de exquisitas truchas. Ya nadie siembra por aquí el trigo que la Virgen de Pandorado hizo milagrosamente crecer, salvando a los lugareños de la descomunal hambruna.

En el pueblo nos reciben los vecinos, que son tres o cuatro, debido a los estragos que causa la despoblación, pero se comportan amistosamente y nos acompañan a su iglesia donde guardan la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza, también llamada la Virgen de la O. Muy bella, quizás la de Pandorado, como sabéis, no quiso permanecer en esta iglesia para no competir en belleza con ella. Me sorprendió ese nombre, pues yo creí que se le daba a María embarazada, pero esta imagen tiene el niño sobre sus rodillas…

Por una senda junto al río seguimos caminando hasta Guisatecha, donde en una casita al lado de la carretera sorprenden dos grandes escudos de buena talla. En uno de ellos figura la palabra García, pues perteneció a D. Manuel García que en 1773 fue a casarse a Manzaneda. Para ser incluido en el censo tuvo que acreditar nobleza, que probó en la Cancillería de Valladolid y después dejó constancia en sendos escudos heráldicos. D. Manuel instaló el escudo de los García que hizo traer de su pueblo natal, que era Curueña, y el de los Álvarez, que era el apellido de su esposa Paula. Hace cosa de un siglo los herederos trasladaron los escudos desde Manzaneda para colocarlos en el lugar que actualmente ocupan.

¡Qué alegría encontrar las ruinas de Urbicua, en lo que los vecinos del Castillo llaman La Puebla, restos de un poblado romano de extracción del oro!


¡Qué alegría encontrar las ruinas de Urbicua, en lo que los vecinos del Castillo llaman La Puebla, restos de un poblado romano de extracción del oro! Llevábamos en nuestra mochila el libro de Julio Álvarez Rubio “Omaña, pueblos, paisajes y paseos” que nos había puesto en antecedentes sobre la Puebla y tratábamos de encontrar las ruinas de Urbicua. También el P. César Morán la documenta en una época en la que hasta pudo contar las calles y casas que se apreciaban. ¡gracias a Resthy dimos con ellas! Buscábamos entre los dos ríos y viendo esos montones de terreno comprendimos que debían ser las ruinas de la perdida ciudad, ya asimiladas por la naturaleza, en una sucesión de montículos. Resthy, nos explicó que este lugar le dicen la Puebla y que cuando se hizo la carretera no quisieron tocarlo porque se encontraron restos, que dijeron pertenecían a un antiguo poblado donde se trabajaba el oro en tiempos de los romanos. Me llenó de alegría pues ese nombre coincide con el que le dio fray TirsoLópez, agustino nativo de Cornombre, precisamente de un pueblo cercano a este lugar.


Fray Tirso envió un informe sobre la posible ubicación de Urbicua, ciudad romana citada por Tito Livio, al Catedrático de la Universidad de Granada D. Aureliano Fernández Guerra, que se encontraba realizando un mapa de la provincia romana de Gallaecia. El catedrático creía que Legio super Urbicum(Urbicua) se situaba en lo que hoy denominamos el castillo de Luna y ya afinaba bastante, pues otros arqueólogos no lograban dónde posicionarla e indicaban un lugar indeterminado entre Zaragoza y Albacete.

Pero ¿Quién era este cura que se atrevía a dar consejo al catedrático granadino? Ya veis que nació en Cornombre, en 1838, fue profesor de Estudios Teológicos en Burgos, escribió varios trabajos literarios y de investigación, como este que nos ocupa y llegó a ser Académico de la Historia. En 1889 este intelectual rechazó la proposición de ser Obispo de Cuenca.

Y ¿en qué nos basamos para apoyar al buen fraile contra otros investigadores? Pues en que nosotros tenemos un testimonio muy valioso en el Documento de Leodegundia, que recoge el libro “Vexu Kamin” de Julián González y que puntualiza la peregrinación que hace esta reina en el año 902, cuyo itinerario constituye el Viejo Camino de Santiago que nosotros vamos siguiendo. Dice así: "Por camino adelante pasamos el río Luna y otras aldeas y caseríos hasta Riello en las Omañas. Después Pandorado y las ruinas de Urbicua donde los romanos traían el oro que sacaban a los montes del Valle Gordo.”

Cruzando estos datos es fácil concluir, que en estas elevaciones, que encierran los restos del poblado a donde los romanos traían el oro que sacaban del Valle Gordo, duerme la ciudad de Urbicua. Ahora hace falta la mano que sepa despertarla.

Las almenas del castillo con los guardianes que nos observaban desde sus torres, fueron los únicos testigos de nuestra emoción y no eran otros que... ¡cigüeñas! Más de diez nidos de estas aves reposan en los amenazadores muros de esta fortaleza, cercada por los ríos Entralgo y Omaña que le sirven de fosos naturales. Dicen que en su interior nace un pasadizo que accede a las ruinas de la Puebla.

Hermoso castillo abandonado a su lenta ruina. En 1366 Enrique II lo dona a Juan González de Bazán que ostentaba también el señorío de Palacios de la Valduerna, pero en seguida se lo entrega a Diego Fernández de Quiñones I, cabeza de otra linajuda familia leonesa. Nuestro documento de Leodegundia lo cita en el año 902 como propiedad de Guisvado, el audaz caballero que trajo de Roma las reliquias de S. Adrián y Sta Natalia y que con su esposa Leuvina acometieron la repoblación y fueron los Condes de Boñar, de los que hablamos cuando por allí pasamos:
“Y después de pasar por Guisatecha y de rezar en la ermita de Sta Colomba y junto a Benal, que son de D. Guisvado, descansamos en el monasterio de Vegarienza”

Hoy el Castillo es un tranquilo pueblín que se formó a partir de las Ventas y hospederías, para comer y descansar durante las ferias que se celebraban junto a la ermita del Bendito Cristo. Hasta mediados de los 60 la ermita estaba cubierta de paja de centeno con el suelo de canto rodado, ahora en el interior de la bóveda hay un escrito dando cuenta de los benefactores que la mandaron reedificar y a su lado se ha restaurado el edificio donde se ubicaban las pesas del Mercado.

Al salir del Castillo paramos cerca de Vegarienza, para localizar dónde se ubicaría la ermita de Sta. Colomba, que cita el Documento de Leodegundia. Donde está el cementerio es el lugar donde se encontraba antiguamente, junto a un cortado que denominan “el Vallao”. El nombre hace referencia a una cerca, pues existió una fortificación, que el padre Cesar Morán, el Sabio que León olvidó, identifica con el nombre de Santa Colomba cuando se reutilizó convirtiéndolo en ermita. La imagen que tenía fue llevada después a Rosales, pueblo con el que había una fluida relación, que testimonia el Documento del año 902:
“Allí nos visitaron los hermanos de S. Mateo de Rosales…y nos contaron historias de unas fornias con mucho oro y las muchas labores romanas para sacarlo de esos montes como rojos”
La imagen se encuentra en un altar lateral de la iglesia de Rosales, pues durante siglos los vecinos de los dos pueblos se disputaron su posesión.

El tiempo se llevó el oro de Roma y sus ciudades y pueblas. Los castillos, ermitas y monasterios desaparecieron y dieron paso a la famosa Prefectoría de Vegarienza.

Existió en Vegarienza una famosa Preceptoría donde se educaron muchas personas de la comarca. En el año 1868 establece un acuerdo con los Agustinos, para preparar a los niños que fuesen a ingresar posteriormente en la congregación. El más famoso dómine fue Cancio Erasmo Gutiérrez Mallo, que llegó a componer una Gramática latina, utilizada posteriormente para dar clase en la Sorbona de París. Uno de sus alumnos, el padre David Rubio, en su libro “El Peralvillo de Omaña” parece que se inspiró en este educador, para crear el crítico personaje literario de Don Pánfilo.

Contemplamos en Vegarienza la Preceptoría de Cancio Erasmo Gutiérrez Mallo, el cual llegó a componer una Gramática latina, utilizada en la Sorbona

Subimos al castro donde se enseñorea la solitaria espadaña, mirador de todo el valle, sin duda antiguamente ejercía una labor de vigía. Bajamos luego a la iglesia de moderna hechura, que en cambio carece de ella. Está casi fuera del caserío, en la carretera que va a Sosas del Cumbral y a Garueña, el pueblo de mi amiga panderetera. La parroquia está dedicada a la transfiguración de El Señor y tiene su entrada tras un pequeño jardín cerrado. En las proximidades paramos a hablar con un vecino, que nos indicó cuál era el edificio que sirvió de Preceptoría y allí nos dirigimos para verlo a nuestras anchas.

No podemos dejar este bonito pueblo sin contaros que el Ayuntamiento de Riello en sesión del 29 de Septiembre de 2014 ha aprobado la reutilización de la vivienda del Consistorio Médico de Vegarienza para ubicar un Albergue de Peregrinos que dará acogida a los que acudan a Santiago de Compostela por el Viejo Camino de la montaña. Nosotros creemos que es muy de agradecer esta iniciativa y deseamos que otras localidades sigan su ejemplo.


Blog de Excursiones de Rafa y Rosi
Blog de Asociación Camino Santiago de León“Pulchra Leonina”


Foto 1: Rafael Cid: La Puebla, Urbicua, junto al Castillo de Omaña
Foto 2 : Rafael Cid: Castillo de Omaña con sus cigüeñas.
Foto 3: Rafael Cid: El Vallao, junto al cementerio de Vegarienza.
Foto 4: Rafael Cid: Escudos heráldicos en Guisatecha

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