Hace una temporada, cuando documentábamos el Viejo Camino de Santiago
por las Montañas de León fuimos, después de Cistierna, por el Puente de
Mercadillo a la ermita de San Pelayo y desde allí, por el Viejo Camino
de Santiago a San Pedro de Foncollada.
Es lo que se
decía en el documento de la peregrinación de Leodegundia, un relato del
lejano año 902, que se incluye en el libro de Julián González, "Vexu Kamín". Como sabéis, da cuenta del itinerario que se usaba para venerar las reliquias del
Apóstol en aquellos lejanos años, próximos al descubrimiento de la tumba de Santigo, cuando los caminos estaban amenazados
por las incursiones árabes y los peregrinos buscaban la protección de
las montañas y de unos monasterios que desaparecieron, cuando avanzada
la Reconquista, se trasladaron hacia tierras más al sur, dando lugar al
Camino Francés.
Unos
montones de piedras nos contaron la historia y la ubicación de dos
despoblados, San Andrés y Santimia, ubicados por la vereda que nos
llevaba al famoso y tristemente desaparecido monasterio de S. Pedro de
Foncollada. De él sólo se conserva el terreno, catalogado por la Junta
como bien arqueológico. En el pueblo la iglesia que está en un altozano,
muestra restos que hablan de su antiguo esplendor.
Podéis leer aquí nuestros recuerdos de las anteriores visitas que hicimos y ver las fotos:
http://rsas0010.blogspot.com.es/2013/05/modino-san-pedro-de-foncollada.html
En aquellos días nos dijeron que el camino iba hasta la Serna cerca de la Ercina, pero dejamos pendiente la tarea de recorrerla.
Así
que esta vez, acompañados por nuestra amiga Tinina y Marce, que vive en la Serna, lo
caminamos en dirección contraria, desde la Serna a S. Pedro y
comprobamos la belleza del Camino, que tiene su historia antigua y uso
continuado. Es fácil de andar, pues proporciona la ruta más corta entre ambos poblados y tiene un trazado cómodo. Desde ella se disfruta de panorámicas, de paisaje de montañas y vistas
de los pueblos de los alrededores, como colocados en un "Nacimiento"
Bien
de mañana, pasamos a buscar a Marce a su casa y así conocimos a su
marido, Pepe y a sus hijos, que estaban enfrascados en manualidades de
madera y en sus aficiones de recuperación de antiguos objetos, que
colocan como en un museo etnográfico, en distintos lugares de la vivienda, siempre de
camino a la bodega.
Nos dijo Pepe, al que le gustan los refranes y los juegos de palabras:
"El que vino a la bodega y no bebió vino, ¿a qué vino?"
Luego
de la visita, calentados al amor de la lumbre, que danzaba en la
chimenea y por dentro, con el moscatel y las pastas, Pepe nos dio unos
palos para andar el Camino, diciendo, algo así como: "El que va al monte
sin palo, tiene menos gracia, que una burra sin rabo"
Marce, como buena cicerone, nos fue explicando todos los pormenores de la Serna,
mostrándonos los edificios que guardan la historia del lugar. Hay un
derrumbe de piedras de sillería, que perteneció a una casa en la que se
metían a jugar de chiquillos. En aquel entonces se veían buenos arcos y
estancias sólidas, incluso un oratorio. Se comentaba que podía
pertenecer a la familia de los marqueses de Astorga. En las proximidades
había un gran edificio, que con ser de costrucción más ordinaria, sí
estaba habitado, quizá antiguamente lo usaban los caseros y se perpetuó su habitabilidad, en él tenían
los pajares, cuadras y espacios propios para el trabajo.
En otra
casa de aspecto elegante se dice que vivió "el escribano". Aún hay otra casa importante cuya
hechura se sale de las necesidades propias de los habitantes de un
pueblo...Junto al cementerio ampliando el camino encontraron hallazgos funerarios, quizá del siglo XIII, según
dataron en su día.
En el camino que lleva a un altozano se
conserva el recuerdo de un desaparecido monasterio y además su topónimo:
“el castrillín”, es revelador en cuanto a la posible ubicación de un
poblado prerromano.
Caminamos contando
curiosidades de la historia antigua, de los caminos y las labores
agrícolas a las cuales daban servicio, como ir con carros al molino que estaban en el Esla en las proximidades del Puente de Mercadillo o al mercado a Cistierna,
etc. y seguimos por el camino entre pinos y encinas junto a
un repetidor de TV.
Así estábamos cuando nos
encontramos por este Viejo Camino con Rodrigo, un muchacho de Sotillos,
casado en Foncollada, con el que hablamos de la Vieja Peregrinación y
nos dio el teléfono de Ramón, un vecino con el que nos pusimos en
contacto.
Llegamos hasta Foncollada admirando los paisajes que desde aquella altura se divisaban, ¡fue un bonito tramo peregrino que os invitamos a hacer!
Ved nuestro reportaje fotográfico.
Fotos y texto de Rafael Cid y Rosa Fadón
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