Día 6 de octubre. O Coto - La Calle (El Pino)
Otro madrugón más, cuatro y media de la mañana en esta ocasión nos dirigimos a la localidad de O Coto. En nuestra mente anhelamos ese café matinal que nos da fuerza para comenzar el día.
Tenemos la suerte de que en cada etapa nos acompaña algún que otro familiar, compañeros o amigos dispuestos a compartir esta experiencia con nosotros. En esta ocasión contamos con Diego y Liliana, igualmente Benjamín repite por tercera vez. Estamos encantados de tenerles con nosotros, somos un grupo abierto a todas las cosas que el camino va ofreciendo.
A los pocos minutos de estar en marcha celebramos que nuestra compañera Amparo cumple 76 años, así pues le cantamos y ponemos la tradicional cuelga leonesa de cumpleaños. Hay que reconocer su mérito, ya que es la segunda vez que hace el Camino de Santiago salvo que, en está ocasión, le acompaña su nieto.
En la aldea de O Coto, primera localidad de la provincia de La Coruña, comenzamos la etapa aunque todavía es de noche por el concurrido y anhelado camino. De nuevo me viene a la mente emociones, sensaciones de esta querida tierra verde y llena de vida. Nos adentramos en Leboreiro conocida en la edad media como tierra de liebres. El suelo empedrado nos recuerda la nobleza de su pasado y su iglesia de Santa María de Leboreiro de estilo románico tardío considerada como una de las mejores iglesias de toda Galicia. Curiosa la leyenda que existe: “En un pasado remoto un vecino de la zona vio un resplandor en la tierra, al removerla encontró la imagen de Santa María y la llevo al templo. La Virgen obstinada en su anterior refugio retornaba una y otra vez a la tierra a su lugar de origen donde fue hallada. El cantero de la zona decidió esculpir en relieve la imagen en el pórtico de la entrada de la Iglesia. Fue así como la virgen viéndose allí reflejada decidió que para siempre esa sería su morada”.
Frente al santuario nos encontramos el antiguo hospital de peregrinos fundado por la familia Ulloa, en la fachada podemos apreciar el blasón de su escudo de armas. Y muy próximo, un cabazo (cesto) construido con ramas de sauce cuya destino era la recogida y conservación de frutas, cereales… función similar a un hórreo. Su estado de conservación es muy bueno quizás uno de los mejores que se conservan en toda Galicia.
La niebla nos sigue acompañando, el cielo y el bosque se funden en esta templada y otoñal mañana. Atravesamos el rio Seco por su puente medieval.
La oscuridad de las fragas de robles y eucalipto nos ampara y embriaga con su aroma, hasta adentrarnos en Furelos. Desde su puente medieval del siglo XIII formado por cuatro arcos podemos admirar la iglesia de San Juan del siglo XIX. Es hora de acercarnos a Melide, descubriremos en este tramo el cruceiro más antiguo de Galicia según se cuenta. En frente, la pequeña capilla de San Roque, punto de encuentro entre el camino francés y el camino primitivo.
Tras la subida del cerro dónde se ubicaba el antiguo castro, nos dirigimos a Santa María de Melide una de las joyas del románico, considerada monumento nacional. Al lado de la iglesia un peculiar cementerio, donde los vecinos han construido sus panteones alrededor, como si de pequeñas capillas se tratase embelleciendo más el entorno. De esta manera los moradores del Camposanto en su infinita quietud continúan protegiendo y siendo fieles eternamente a Santa María.
Poco a poco van penetrando entre las nubes pequeños rayos de luz, semejando largos dedos que elevan la niebla al cielo dejando reflejos de rosa y oro sobre el camino, dando pasó a una luminosa y soleada mañana.
Atravesamos un pequeño riachuelo por encima de cuatro gigantescas piedras. De nuevo, un paraje de una belleza espectacular: una rebelde explosión de naturaleza praderas de intenso verde, castaños revestidos de hiedra, un aroma constante que proviene de los eucaliptos todo ello aderezado por la curiosidad de las protagonistas de esta etapa: unas hermosas y placenteras vacas que nos siguen con la mirada sin perderse detalle.
Cerca de A Peroxa, Lilides una joven inglesa nos ofrece rosquillas de Melide, y nos cuenta que ha alcanzado su sueño. Se enamoró del camino y siempre quiso vivir en Santiago, se le ocurrió trabajar transportando las mochilas y equipaje a los peregrinos para lograr un peregrinaje más cómodo, esta iniciativa le permitió afincarse en Santiago para siempre.
Proseguimos por Raído, Paradisco y Boente, visitamos la iglesia de Santiago, románica del siglo XII. Debido a sus numerosas reformas solo conserva los dos capiteles, el ventanal del templo anterior y una imagen de Santiago ataviado a modo de peregrino, preside el retablo.
En este punto, recordamos que en Triacastela visitamos el monumento al peregrino, erigido en homenaje a los peregrinos que antiguamente portaban desde esa localidad una piedra para depositarla en los dos hornos de cal que albergaba Castañeda, la producción obtenida en esta aldea iba destinada a la construcción de la Catedral de Santiago. Seguimos hacia Ribadiso, por el puente medieval del siglo XII pasaremos el río Iso, que daría nombre a la localidad, Ribadiso (al lado del río Iso).
La hora de comer se acerca y Arzúa afamada por la calidad de su queso será el lugar elegido. En este paraje confluyen los tres caminos el del norte, el francés y el antiguo, consiguiendo ser una localidad importante en el camino. Recuperadas nuestras fuerzas, reemprendemos la marcha con nuestro ya clásico recuento de arco a modo de sables. Ya solo nos quedan ocho kilómetros para concluir esta penúltima etapa. Cada vez más motivados de ver nuestro sueño a punto de culminarse caminamos este tramo disfrutando de todo lo que observamos con nuestro sexto sentido: el corazón.
Nos esperan pequeñas aldeas, Preguntoño, A Peroxa, As Quintas, A Calzada… por infinidad de caminos escoltados por bosques de eucaliptos y avenidas de castaños. Dos hermosos castaños se desmarcan de la hilera del resto, asentando sus raíces en mitad del Camino como si se tratase de dos peregrinos más. Igualmente vamos descubriendo diminutos objetos que en algunos casos proceden de otros países o lugares del mundo, dejando testimonio de la diversidad cultural que fluye en el camino, en otros casos se trata de pequeños altares, claro homenaje a peregrinos que no pudieron concluir su hazaña.
José Luis compañero con el que hago largos tramos, requiere mi atención para observar una preciosa planta con llamativas flores de color fucsia en forma de pequeñas campanas llamada los “pendientes de la reina”, a sus pies diminutas flores malvas y moradas nos anuncian el cercano cambio de estación.
Unos metros más allá, aparece un bohemio lugar, “Beer garden” Tía Dolores (jardín de la cerveza), decorado enteramente con botellas de cerveza, en la localidad de La Calle, primera localidad del concello de O Pino, dónde felizmente concluimos la etapa de hoy.
Siento una brisa suave que me transporta a Santiago, en mis oídos parece sonar la dulce melodía de la gaita que no suena en ningún lugar del mundo como en la ya anhelada plaza del Obradoiro.
El regreso a casa continúa siendo uno de los mejores momentos del día, distendidos y divertidos. Hoy hemos visionado las películas con las fotografías y música más significativas de cada etapa. Un resumen visual elaborado con mucho mimo por nuestro compañero y experto Cundi. Mientras lo vemos tomamos conciencia de todo lo que en estos meses hemos tenido la suerte de disfrutar y vivir. Surge un sentimiento contradictorio, por un lado se está acercando el ansiado final del camino, por otro la nostalgia de la cercanía del final de esta aventura… Pero lo verdaderamente importante es que hoy por hoy “La vida es bella”.
Mª Lourdes Arias.
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