Recuerdos de la etapa:
El
domingo 16 de marzo la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de
León "Pulchra Leonina" hicimos esta etapa de Canales al Castillo, con
alegría, pues después de tantas jornadas marcadas por las inclemencias
del tiempo, ahora disfrutábamos de un hermoso día de sol.
Se inició la peregrinación en la entrada del pueblo de Canales, torciendo a la derecha por la primera calle, que
sube casi paralela al río, va por debajo del puente que cruzó la autopista y
tomando la dirección a un gran almacén de carbón emprendimos la ruta
por sendero a media ladera con un ascenso fácil y continuando por la Cañada Real con unas vistas panorámicas maravillosas.
Al llegar a Riello nos esperaban D. Eli, el sacerdote, para enseñarnos la iglesia y nuestros amigos Elena, Mar, Esteban, entusiasmados en charlar sobre el Viejo Camino y para acompañarnos en un tramo de la etapa.
Al llegar a Riello nos esperaban D. Eli, el sacerdote, para enseñarnos la iglesia y nuestros amigos Elena, Mar, Esteban, entusiasmados en charlar sobre el Viejo Camino y para acompañarnos en un tramo de la etapa.
Rafa
había prestado su traje de peregrino medieval, para colocarlo en la
plaza y que sirviera de homenaje festivo en esta fecha en la que
peregrinábamos los de León.
Cuando
llegamos a Pandorado el traje de peregrino de Rosi se exhibía a la
puerta del Restaurante de Resthy y Geli. Nos dijeron que muchos clientes
preguntaban por qué y nos agradó que nuestra iniciativa sirviera para
publicitar esta antigua ruta Compostelana.
Tras
un refrigerio y charla con los dueños, a los que estamos tan
agradecidos por la ayuda recibida a la hora de investigar la ruta,
seguimos hasta La Omañuela.
Allí
Elena y Mar nos facilitaron la visita al templo y a las antiguas
escuelas. Se estaba de maravilla en el famoso coto pesquero del río, en
la zona preparada con mesas de madera. Nos dijo que había días en verano
que aquello se llenaba de gente y había contado hasta 40 coches...
No es de extrañar, es un lugar paradisíaco.
La ruta hasta el Castillo iba a la orilla del río, por una estrecha senda sombreada de vegetación, muy agradable.
Tras
comer en el Castillo visitamos las ruinas de Urbicua y nos acercamos a
disfrutar del río, que venía crecido, vibrante, hermoso y que constituyó
un descanso para nuestros pies.
Texto y fotos de Rosa Fadón y Rafa Cid
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