Su párroco, D. Jenaro Barreales actuó como excelente guía informándonos de todo cuanto consideraba reseñable, principalmente de la fachada y del retablo.
El templo, de factura moderna, fue construido entre 1947 – 1953 por el arquitecto Juan Crisóstomo Torbado a iniciativa del obispo de León Luis Almarcha, siguiendo las líneas del Renacimiento purista: planta de cruz latina, alzada de tres naves y sobre el crucero una gran cúpula.
El elemento arquitectónico más destacado es la antigua portada barroca tomada del Monasterio de San Pedro de Eslonza, que consta de tres cuerpos: el primero presenta cuatro columnas de orden jónico, con dos hornacinas entre ellas y la puerta de entrada; el segundo reproduce la tipología del primero, salvo que emplea el orden corintio y posee tres hornacinas; el cuerpo superior consiste en dos frontones semicirculares y un escudo. Ninguna de las hornacinas acoge su imagen. En la época de Eslonza las tallas que contenían correspondían a S. Adrian y Sta. Natalia en la parte inferior y en la superior S. Pedro, en al centro y a sus flancos S. Benito y S. Bernardo. A ambos lados de la portada principal se construyeron y adosaron dos torres de cuarenta metros de altura.
El Retablo, realizado por la pintora Elena Giménez Balmori, a encargo y con las instrucciones precisas de D. Jenaro Barreales, está dedicado de manera monográfica a los Misterios del Santo Rosario, con pinturas al óleo sobre lienzo y están rematados por un ático inspirado en la Santísima Trinidad, todo ello dispuesto en una composición en forma de cruz que está asentado sobre una predela (banco) con dieciséis bajorrelieves en dorado que evocan otras tantas letanías del Rosario. Se trata de una obra monumental que completa el programa iconográfico bajo el grandioso arco de la cabecera del templo. El retablo dispone de una perfecta iluminación, ya que se pueden destacar cada uno de los cuadros de forma individual o en agrupaciones por los cuatro misterios, los cuales están dispuestos en filas, siendo el orden, de parte inferior a superior: gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos.
Además, también hay que destacar los retablos de la Milagrosa, de la Virgen del Rosario y de San Juan y San Pedro, junto con El Cristo Crucificado, el Cristo Yacente y la imagen de María Santísima del Mayor Dolor en su Soledad.
Después de pasar algo más de una hora contemplando, escuchando y asimilando todo lo referente al templo, principalmente en lo referido al retablo, terminamos la visita agradeciendo a D. Jenaro la “clase magistral” que nos impartió.
Recomendamos la visita a la Iglesia de Renueva a todas las personas que no la conozcan.
Texto: Félix Busto Ortiz.
Fotografías: Félix Busto Ortiz:
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