viernes, 3 de septiembre de 2021

Filandón del Camino.( Septiembre 2021.)



En esta entrega traemos dos anécdotas de nuestros socios, Baudilo  y de Isabel Micó Feliz. una de las socias mas antiguas .

UN GESTO DE CARIDAD.


El 20 de agosto de 2017 con mucha fuerza moral y poca física, salí de Oviedo para hacer el Camino Primitivo.
 En el Escamplero, una localidad del Camino con un restaurante bastante grande, me detuve para comer y comprar dos botellas de agua de medio litro cada una, porque las que llevaba las había consumido en poco tiempo.
 Continué el Camino bebiendo pequeños sorbos de vez en cuando; cuanto más bebía más sudaba.
A unos cuatro kilómetros de Grado, antes de cruzar el puente, en un pueblecito llamado Peñaflor, pregunté a unas señoras que estaban a la puerta de su casa, si había algún bar cerca; me dijeron que estaba cerrado por vacaciones y me preguntaron qué necesitaba, contestándoles que agua, que tenía mucha sed y se me había terminado la que llevaba.
 Estas señoras me dijeron: pase usted que le damos agua. Pasé a un hall bastante espacioso; me ofrecieron sentarme a descansar y agua fresca, después de tomar dos vasos me dijeron que llenase las botellas con agua del grifo, en total litro y medio de agua que me regalaron.
 Después de darles las gracias repetidamente me puse en marcha para Grado, final de etapa por ese día. Como nunca me olvidaré del gesto de estas señoras, el 20 de enero de 2019, cuando volví a pasar por Peñaflor con la Asociación, les llevé un “presente” para agradecerles lo que hicieron por mí. Varios compañeros de la Asociación fueron testigos e inmortalizaron con unas fotos, el momento del reencuentro y de la entrega.

Baudi.




ALBERGUE DE ALCUÉSCAR.

Días tranquilos en este entrañable albergue. En la primera quincena de septiembre, el sol
calienta en este camino, la Vía de la Plata. Son pocos los peregrinos que pasan por aquí. No obstante, me llevé bonitos recuerdos al regresar a casa.
Al subir a mi habitación por la tarde, a veces me detenía un momento en un descansillo desde donde podía acercarme a la altura de la imagen de la Virgen en el altar mayor. Un Hermano, el más joven casi un muchacho, de los Hermanos de María y de los Pobres, colocaba al lado de la imagen una jaula. Dentro un canario que cantaba alegre durante la misa. Me hubiera quedado allí un rato largo, pero el trabajo de hospitalera no me lo permitía.
Pasé ratos tranquilos mientras esperaba la llegada de los peregrinos. A un lado del vestíbulo había un pequeño patio encantador. Macetas cuajadas de flores por todas partes. Alguna vez ayudé al Hermano que cuidaba del canario y del patio.
Una tarde me dijeron que detrás venía un inglés en silla de ruedas. Me enteré de que no
necesitaría subir los dos pisos de escalera. No sé cómo lo hubiéramos hecho. A la entrada, sin un escalón, había una habitación con litera y cuarto de baño. La comida se la llevaría yo, por si él no podía acercarse al comedor. Pero... el peregrino no apareció!
Hacíamos la cena en común. Yo tenía que poner la mesa y recoger de la cocina la cena que ya
nos tenían preparada. Un grato momento de charla. En mi cometido entraba el fregar los
platos. Los peregrinos nunca me dejaron hacerlo.



A Alcuéscar población sólo me acerqué en dos ocasiones en mi tiempo libre. No supe sacarle el encanto que, estoy segura, tiene como cualquier otro lugar.

Isabel Micó Feliz

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