viernes, 24 de febrero de 2023

CAMINO LEBANIEGO. 3ª etapa. Año Jubilar Lebaniego 2023 – 2024.

 Carbajal de Rueda Cistierna – Verdiego. 19 de Febrero.


Comenzamos la tercera etapa del Camino Lebaniego con una novedad en nuestras rutas que es, ni más ni menos, que el acompañamiento que nos ofrecen los miembros de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago “Ruta Vadiniense-Picos de Europa”.  Además de su agradable compañía nos han ofrecido el asesoramiento preciso para hacer esta ruta inversa que tantos dolores de cabeza nos está dando dada la escasa señalización en la dirección que llevan nuestros pasos. 


Y comenzamos en la localidad de Carbajal de Rueda donde lo habíamos dejado: Carbajal proviene de “carbaliar”, es decir lugar con abundancia de carballos que son los árboles que nosotros llamamos “robles”.






Vistamos su iglesia parroquial cuyo patrón es San Miguel Arcángel que ocupa la parte central del retablo y, en una capilla lateral, la imagen de la Bendita Peregrina. Esta virgen, tan relacionada con nuestro cometido de hoy, ayudará a cada uno de nosotros a conseguir el kilometraje que, en peregrinación, nos hayamos propuesto.


En sus inmediaciones y, perfectamente visibles, hay nueve pequeñas capillas con un mosaico con la imagen de la Virgen que forman parte del Novenario que los parroquianos llevan a cabo en sus rezos y plegarias.






Atravesamos Santibáñez de Rueda y dejamos a Pesquera a nuestra derecha de quién dicen que su nombre proviene de los obreros que los monjes de San Miguel Escalada tenían encargados de pescar las exquisitas truchas que vivían plácidamente en las cristalinas aguas del Esla.










Y llegamos a Modino: fue cabeza de comarca hasta principios del siglo XIX, mientras estuvieron en vigor los antiguos concejos; a Modino pertenecían Cistierna y los pueblos del actual municipio de Cistierna, así como Saelices, Alejico, Quintana de la Peña, Olleros, Sotillos y un barrio de Yugueros. Modino tenía entonces la categoría de Villa y Señorío de Horca y Cuchillo, con plena autonomía para gobernarse y dictar sentencias. Ahí es nada, pero todo lo perdió a favor de la pujante Cistierna que, entre la estación del tren del HULLERO y las cercanas industrias de Sabero, Vegabarrio y Vegamediana multiplicó su población y se convirtió en la cabeza de la comarca.


Tiene Modino, al igual que Carbajal de Rueda, una iglesia en la parte más alta del pueblo protegida por una perfecta pared de piedra que sostiene sus cimientos y ensalza su belleza.











Las formaciones geológicas se nos echan encima y el río fluye a nuestros pies pletórico de agua hasta llegar a un azud que, a través de los canales de los Payuelos, regará muchas zonas de la provincia de León y también de la cercana Valladolid. Ya se sabe: el agua es de todos, aunque valle arriba oiremos los lamentos de los que tuvieron que dejar sus casas y sus tierras por el bien común.





Llegamos al “Puente del Mercadillo”, de origen romano y a cuyos laterales se celebraban mercados de ganados de las localidades limítrofes (de ahí su nombre) y, en este punto, confluyen nuestros pasos con los que han dado, y dan, los peregrinos del “Camino Olvidado”, hoy en plena recuperación y a punto de ser un “Camino Recordado” pues, los amantes de este itinerario, han tomado nota de su existencia y están frecuentándolo con gran progresión. Ellos continuarán en dirección al valle de las Arrimadas con destino La Ercina y Boñar y nosotros lo atravesaremos para, una vez que hemos sobrepasado el río, avanzar por la otra margen hacia Cistierna.












Nuestros lacerados pies están a punto de pisar la franja de terreno que, en el Carbonífero, sepultó grandes extensiones de arbolado que, con el paso del tiempo y la presión a la que fueron sometidos, se convirtió en carbón, ese mineral tan preciado, de tanta importancia en la Revolución Industrial, que se explotó en esta zona hasta mediados del Siglo XX.








La villa de Cistierna, junto con las no muy lejanas Olleros y Sabero, crecieron exponencialmente a raíz de las explotaciones carboníferas (los pozos Herrera y Sotillos son vivo recuerdo de ello) y las labores, además de la extracción, de cribado, lavado, clasificado, transporte (fundamentalmente por ferrocarril) y transformado de dicho mineral en otros productos para la industria.
Los habitantes de muchas de las localidades cercanas se establecieron en estos asentamientos multiplicando su población y, por consiguiente, sus servicios.
Es Cistierna, además, un centro comarcal dotado de infraestructuras comerciales (bares, panaderías y confiterías, restaurantes, hoteles, etc), como de transporte (autobús de línea y ferrocarril) y también de tipo administrativo, después del desaparecido Riaño, (Juzgado, Servicio de Empleo, Medio Ambiente, etc.) por lo que será lugar de visita constante de los habitantes de los pueblos limítrofes.
Pero el fin de la minería y de las empresas auxiliares han dejado un panorama desolador como podemos comprobar los peregrinos al paso por sus calles semidesérticas y con innumerables locales, que fueron establecimientos al servicio de la población, y que hoy permanecen cerrados (parece que para siempre si no hay un vuelco total de la situación).








A la salida de Cistierna otro azud y otra presa reconducen las aguas del río hacia una central hidroeléctrica con el subyugador nombre de “CH Peñacorada”
El valle se estrecha por momentos apretado por laterales cada vez más montañosos, con crestas pétreas que limitan el cielo que divisamos.
Y llegamos a dos zonas con nombres muy parecidos: Vegabarrio y Vegamediana:
La inmensa extensión negruzca que contemplamos, conocida como Vegabarrio, es consecuencia del almacenaje del carbón extraído en las minas cercanas. Convenientemente cribado, lavado y seleccionado era introducido en los vagones del tren “Hullero” (Matallana-Bilbao) con destino a los altos hornos y a las industrias auxiliares de tan prósperas ciudades. Y el peregrino ha de saber que esos mismos trenes se llevaron la juventud de buena parte de la montaña oriental buscando un futuro más próspero en las ciudades del País Vasco.
Tanto en Sabero (fuera de nuestra ruta) como en Vegamediana se instalaron hornos para la transformación del carbón en “Coque” cuyo poder calorífico era capaz de fundir el mineral de hierro.
Las ruinas de lo que, en su momento, esto fue, son comparables (cada una en su tiempo) a las que dejamos atrás al contemplar el Monasterio de Eslonza.




Pasamos por debajo de los puentes que conducen a los automovilistas hacia el valle de Sabero y, a nuestra derecha, en un punto álgido del terreno, nos contempla el Mirador de los Rejos al que, en gran medida, se asoman también los peregrinos del Camino Olvidado que después se dirigirán hasta la ermita de San Guillermo antes de aterrizar en la villa de Cistierna de la que el chascarrillo popular dice: “Tres cosas tiene Cistierna que no las tiene León: La ermita de San Guillermo, el burro del señor Braulio y Jandri el de la estación”.














Y comenzamos un bello sendero a la orilla del río y, entre éste y unos farallones pétreos de piedra caliza, transitamos por los terrenos que hoy llaman de “Aguas bravas” donde se han de celebrar campeonatos de nivel nacional o superior y transitamos por Alejico (“Cinco casas y un borrico”, reza el dicho popular) hasta desembocar en praderas que, atravesando otra vez el rio, nos llevan al recóndito pueblo de Verdiago, recogido, construido todo él en piedra, y perfectamente orientado geográficamente, teniendo un microclima envidiable.






Acaba aquí la etapa, aunque, los más atrevidos, hemos continuado hasta Valdoré donde nos esperaba una suculenta comida para reponer fuerzas.

Y, en breve, nuestro caminar continuará por una calzada romana de no menos de 2000 años de antigüedad.

Texto : Miguel Ángel Fernández Pérez.

Fotografías: Juanjo Robles, Ino Marcos, Rosa Gómez, Pedro García, Carmen Martin   y Jomardi.


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