“Se llama Magosto a la hoguera preparada para asar las castañas entorno a la cual se reúnen los vecinos para compartirlas y beber vino nuevo, sidra y orujo recién destilado, después de la vendimia, tiene como elementos principales la castaña y el fuego”.
Como en años anteriores partimos algunos cofrades de la Asociación “Pulchra Leonina” hacia los montes bercianos, en esta ocasión con destino a Folgoso de la Ribera (Folgoso =Lugar donde descansa el oso). Arribamos temprano y aunque el lugar, sin duda por no contradecir las sombrías predicciones meteorológicas, nos recibió con unas suaves lágrimas que derramó sobre nosotros, después del café, nos infundió animo para caminar sus espacios.
Acompañados por la mejor guía, oriunda de este pueblo de canales, molinos y fabricas de luz, que ejerce como secretaria de la asociación, cuyo nombre suena como el de los ángeles, iniciamos un paseo asombrándonos del “Versalles Berciano” o jardín de Don Antonio; un lugar diseñado, ejecutado y mantenido por este admirable vecino en pequeños pero continuados momentos, como el mismo cuenta. Todos los días con un poco de dedicación ha conseguido un milagro de belleza y armonía que transporta a otro tiempo en lugares que figuran en los libros de historia.
Continuamos nuestro peregrinar por la Ruta de los Molinos donde encontramos lugares como los “Pozos de las Fervientes” (lastima que no estaban), las cascadas que forma el rio Boeza con sus aguas dignas de ser inmortalizadas por algún pintador, también los castaños centenarios y otros arboles mas modestos a los que naturalmente abrazamos. Después visita a los pozos en un recorrido por las calles del pueblo: madroños, higueras, membrillos y peras que pasaron a formar parte del antipasto o de las recetas de la abuela para alguna cocina leonesa. Risas, comentarios y confidencias entre nosotros y muchas, muchas fotos.
A una hora prudente, llegamos al restaurante “La Peñona” donde nos regalaron el paladar y los estómagos con un estupendo caldo berciano, completo y contundente, de segundo costillas guisadas con patatas, postre y castañas , que algunos no revisamos antes de guardarlas para los convivientes que aguardaban en León, exceso de confianza, en casa tambien disfrutaron el resultado del Magosto.
Comida, vino, orujo, risas (colaborando el Presidente con algún chiste), partida y despedida del lugar que a partir de este día recordaremos como “El Pueblo del agua”.
Este día del Magosto, para los devotos que asistimos, no sirvirá como “la fiesta del fuego y las castañas” para recuperar la importancia de estas frente al maíz y la patata como pretendían nuestros antepasados o para relacionarlo con el culto a los muertos como lo hacían los celtas, culpable la adversa climatología.
Este día ha servido, entre otras cosas, para unirnos como un cuerpo que pretende la comunión con la naturaleza, con las costumbres , con los lugares y sobre todo con el camino de la vida o en el camino de la vida; aunque no cantamos el himno de la asociación al regresar a casa si que lo practicamos con excelente resultado “ la amistad , la sonrisa y el esfuerzo El aprender a estar con nosotros mismos y mismas y esa fuerza interior que recibimos cuando emprendemos cualquier empresa en común Son la esencia y presencia del camino”.
Y esto es todo compañeros, lo demás sucedido en este día, son otras realidades u otras percepciones, este disciplinado cronista, percibió lo relatado y así lo cuenta.
Mis deseos de buen Camino, cuando transitéis por estos recuerdos.
Texto : Angel Herraz
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