jueves, 24 de julio de 2025

Etapa 22 del Camino Francés Sarria –Portomarin – A Brea ( PRIMERA PARTE)



 Sarria - Portomarín .

 

Salida desde la rúa Benigno Quiroga, frente al número 19, edificio que luce en su medianera y a la visa de todos los peregrinos, un mural alusivo a Elías Valiñas, con bordón, calabaza y brocha en mano cargada de amarillo.

 

 




 Comienza la subida de inmediato por las rúas Arrabaldo y Escalinata Maior hasta alcanzar la principal rúa Maior, todas ellas con múltiples albergues y actividades secundarias dedicadas a los peregrinos.



De la rúa Maior, a la Avenida Mercede donde encontramos el singular edifico que fue prisión preventiva entre los años 1930 y 1950 y que conserva en el frontis el nombre en fábrica de azulejos; hoy está restaurado y destinado por el Concello a oficina de turismo y otros usos culturales.


A su lado, un modesto mirador con cruceiro moderno desde el que puede verse parte de la villa y el valle.


Por último, poco antes del monasterio de La Magdalena al que pocos se acercan a ver, 






abandonamos Sarria pasando junto al cementerio y descendiendo ya por camino hasta cruzar, por el puente de Áspera, el río Pequeno que entrega aguas al Sarria a la afueras de la villa del mismo nombre.
Seguimos el camino, al principio apretado entre el río y el ferrocarril, hasta que se separa definitivamente de ellos.
 









 Muchas aldeas nos quedan por delante, cerca de una veintena, casi agota relacionarlas. Apenas son un grupito de construcciones dispares y no suele haber servicios hosteleros. Es frecuente, sin embargo, encontrar elementos singulares de cierto valor etnográfico incluso en las cosas más simples como las paredes a piedra seca con incrustaciones de modestos monolitos.
 

    Se transitan caminos flanqueados de robles por terrenos mixtos de montes y fincas de heno para la ganadería que seguramente es la actividad principal.
    El día ofrece temperatura moderada y con el sol escondido  por encima de cielo nuboso. Se camina muy cómodamente. 
 


 Vilachá es la última aldea antes de llegar al fin de etapa.  Desde ella descenderemos hacia la cuenca del río Miño y en el último tramo, con tres alternativas no suficientemente informadas, elegimos la central, que es la histórica y nos encaja en una corredoira limitada por altas paredes y con suelo rocoso; es un bello pasaje que desemboca en el mismo “encoro” de Belesar.
 



El embalse es el mayor de Galicia y es muy importante para la regulación de la cuenca de este río.
 
 



Ya solo resta pasar el puente y, por fuerte escalinata, acceder al casco urbano de Portomarín. 

 




Hay tiempo para andar su traza ordenada según el estilo sociológico del desarrollismo de los años sesenta del siglo pasado que en este tipo de nuevas implantaciones urbanas transmiten uniformidad y orden con la principal orientación de autoridad.  El desarrollo urbanístico posterior, que ya no sigue este criterio, responde a otros intereses. 




Visitamos la imponente iglesia de San Juan (también llamada de San Julián), de estilo románico que luce ahora en la plaza central del nuevo Portomarín, puesto que el pueblo viejo quedó bajo las aguas del embalse y el templo hubo de ser rescatado por haber sido declarado monumento histórico-artístico en el año 1931 (mediante Decreto que incluye una larguísima lista de monumentos en España y que, en León incluye más de veinte, comenzando con la Catedral de Astorga y concluyendo con el Castillo de Valencia de Don Juan). No es el único atractivo de la Plaza Do Camino; enfrentado a la iglesia luce el fastuoso Pazo Do General Paredes.


El alojamiento y descanso se hizo en hotel situado en el polígono industrial de Ceao, a las afueras de la ciudad de Lugo.


Texto: Juan Jesús Álvarez- Acevedo Prieto. 

Fotografías: Juanjo Robles y Jomardi.

 

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