martes, 22 de mayo de 2012

Centro de Día S. Andrés del Rabanedo. Camino Francés: Villafranca del Bierzo- O Cebreiro

         Nuestra sexta etapa ha estado impregnada de la más pura de las naturalezas. Seguimos con amenaza de lluvia, veintiocho kilómetros desafiantes y una subida a O´Cebreiro que representaba el segundo gran reto de esta aventura. Cada día hay que madrugar más pero como viene siendo habitual este hecho no desanima a nadie. Allí estábamos todos con ganas de compartir un nuevo día y llegar a tierras gallegas.

La presencia de peregrinos de distintas nacionalidades aumenta de mes en mes, eso reconforta tremendamente al grupo, este grupo que no domina ningún idioma pero cuando se cruzan con otros peregrinos parecen dominarlos todos, no tienen ningún problema.
La salida desde Villafranca del Bierzo, donde un túnel nos absorbió permitiendo adentrarse en  un espectacular paraje, a partir de ese momento todos los elementos habidos y por haber de la naturaleza nos iba arropando entre sus brazos de manera totalmente calida y desinteresada.


El susurro de las aguas del río no cesaba de endulzar nuestros oídos, el verde intenso de  los valles llenaba de color la retina de nuestros ojos, la lluvia  en esta ocasión no representó obstáculo y parecía nuestra aliada, en algunos momentos se retiraba a sus aposentos y entonces venía el sol a secar nuestros atuendos.


Proseguimos hasta llegar a Pereje y  sin detenernos seguimos en dirección a Trabadelo hasta llegar a Portela. Estas localidades nos acogen amablemente sus gentes nos saludan esbozando una sonrisa. Nuestros peregrinos hablan con sus gentes comparten emociones y abrazos.


No hay muestras de cansancio sino todo lo contrario de continuar.  Sin apenas darnos cuenta cruzamos Ambasmestas, Vega de Valcarce hasta llegar Ruitelán. Hemos ido absolutamente ensimismados con el paisaje  que cada vez se muestra más espectacular. En nuestro caminar mantenemos conversaciones entre nosotros que sin darlos cuenta van estrechando más nuestra amistad. Los momentos de silencio  de cada uno de nosotros se respetan con la mayor naturalidad.



Después de la comida llega el momento de decidir quienes continúan el difícil tramo que nos lleva de Ruitelán a O Cebreiro. En estos meses hemos aprendido a medir nuestras posibilidades. Unos pocos deciden ir en autobús directamente a O Cebreiro son conscientes de la dureza de la etapa y de sus posibilidades; Soy consciente que esta decisión no es fácil para ellos por eso me parece una actitud valiente.  
El resto seguimos con una duda ¿seremos capaces? Nos han dicho que  hay dos caminos: por la carretera  recomendada para ciclistas o por la opción de caminantes que si bien nos han dicho que es más bonita es mucho más dura sobre todos si ha llovido. Tomamos la decisión todos juntos: ¡el camino!


Desde Ruitelán llegamos con una suave lluvia a Herrerías donde empezamos la ascensión. De repente claros de sol nos sorprendían y alentaban a seguir, el ritmo se fue adecuando a nuestras fuerzas. Claramente el camino se fue complicando debido a las lluvias y tuvimos que extremar las precauciones para evitar las caídas, pero realmente el camino era espectacular había estampas como sacadas de un “cuento de hadas”, el musgo, el verdor de los campos, los árboles…



 Llegamos a Faba, la lluvia comenzó de nuevo  quedan 4,7 Km. y se presentan difíciles con la lluvia pero el grupo sabe que no hay marcha atrás deciden continuar. Todos se ayudan en este último tramo, dando ánimos, esperando unos por otros, mirando  hacia atrás y mirando hacia delante. Es cuando nuestro compañero Secundino, con su sentido del humor adopta la postura corporal como si de una señal del camino se tratase  y nos indica el camino. Así que decidimos seguirle…



Llegamos a Laguna de Castilla, son los últimos retazos del camino, allí nos sorprenden sus casas, sus gentes y sus animales, que salen a  nuestro encuentro indicándonos el camino a O Cebreiro.


Y apenas a medio  a un kilómetro de O Cebreiro, todos miramos atrás. La sensación de satisfacción era tan enorme como el cansancio. Empapados de agua, con nuestras botas llenas de barro, nos quedamos contemplando el paisaje y estoy segura que a todos nos llenaba el mismo sentimiento: ¡Ha merecido la pena!  



Y fue así como llegamos a O Cebreiro, donde nos esperaban nuestros compañeros en una palloza con un café caliente y pastas como viene siendo habitual, pero lo mejor de todo la fiesta que se habían preparado con las gentes del lugar. Música de gaitas, tambores, panderetas todos bailando  olvidamos el dolor de nuestras piernas y nos unimos en un baile que iba más allá de lo puramente lúdico. Una etapa más se ha concluido y el sentimiento de continuar cada vez es mayor e imparable.

Eva García S.

2 comentarios:

Rosa Fadón dijo...

Sois fenomenales y un ejemplo a seguir.. vuestro ánimo y vuestro relato, lleno de sentimientos.

Dely Fernández de la Fuente dijo...

Me encanta ver el espiritu que teneis, ¡OLE! por vosotros y por esa profe (Eva) tan maravillosa. Seguid disfrutando de Ella y del Camino.